jueves. 28.03.2024

Un agujero negro en nuestra personalidad

"Es el miedo pasándote factura nuevamente y anteponiéndose a tu capacidad oral o motriz, enviándole señales a tu cerebro exigiéndole la inacción para evitar ponerte en peligro ante lo opuesto"

En una y varias otras ocasiones, te puedes haber quedado sin palabras y sin acción, porque sentiste que la situación te quedaba grande, aquel momento en el que consideras que no puedes manejar lo que pasa frente a ti y te quedas congelado, escurriéndote en silencio entre los comentarios, los gestos o los actos de los demás, atascado, generando lo que llamamos comúnmente malas vibras, en una actitud natural de tu cuerpo que comunica a todos con tu lenguaje corporal tu incomodidad.

Una actitud que de presentarse repetitivamente puede responder clínicamente a distintas condiciones, tales como: trastornos de ansiedad generalizada o estrés postraumático, que se presentan con síntomas que giran dentro de un fenómeno conocido como el triángulo o la triada de la ansiedad y la depresión; y que se caracterizan principalmente por una distorsión cognitiva.

En pocas palabras, se ha abierto un agujero negro en tu personalidad, y lo sabes, porque lo sientes; pero no sabes qué hacer para corregirlo, lo peor es que empiezas a mal vibrar a otros y ellos lo sienten, y te empiezan a culpar a ti del bajón energético convirtiéndote en la luna que ocasiona un eclipse solar.

Tu actitud se proyecta a través de distintos esquemas mentales como el creer que no eres bueno para hacer algo, que no eres suficiente, el mundo es amenazante y el futuro también parece desesperanzador.

Es el miedo, pasándote factura nuevamente y anteponiéndose a tu capacidad oral o motriz, enviándole señales a tu cerebro exigiéndole la inacción para evitar ponerte en peligro ante lo opuesto. A todos nos ha pasado en alguna ocasión y seguro que más de una vez, al tratar de hablar un lenguaje diferente por ejemplo, el miedo de pronunciar mal las palabras o equivocarte en lo que dices, el miedo de hablar en público y hacer el ridículo ante los espectadores, el miedo de no parecer lo suficientemente listo en una conversación grupal.

Este comportamiento se presenta como una cadena de patrones reactivos que crean círculos viciosos de comportamiento a nuestro alrededor, como muros que nos bloquean de la realidad.

Discutir con alguien que ha tornado su personalidad en un agujero negro, no es solo difícil; sino también peligroso, pues te señalarán innumerables razones por las cuales su punto de vista es el correcto, fundamentando su temor y justificando sus acciones y su actitud como un medio de defensa, te señalarán como el ingenuo y corres el riesgo de que puedan convencerte, succionando de esta manera tu energía y tu motivación.

¿Qué podemos hacer entonces?

El primer paso para evitar que se haga un agujero negro en nuestra personalidad es reconocer nuestros temores y evaluarlos de la manera más objetiva posible, empujando a un lado de la forma más consciente nuestras emociones negativas.

Una herramienta muy útil es hacerte una “radiografía emocional” que consiste en una descarga terapéutica que hace la persona procediendo a escribir a puño y letra en un diario cada detalle asociado con el momento en el que ocurre esa incomodidad, desde el momento en que percibe los síntomas, detallando todo, día, hora, que fue lo que hizo detonar esta reacción, e ir al mismo tiempo tomando nota sobre el camino para regresar a la zona confortable. Identificar las situaciones que particularmente disparan este comportamiento en nosotros y buscar las herramientas que nos ayuden a contrarrestar esta reacción y anotarlo todo, esa será nuestra radiografía.

El agujero negro de nuestra personalidad surge en nuestro interior y se refleja en nuestro exterior, enviando mensajes erróneos y negativos a través de nuestro lenguaje corporal. De esa forma, podemos lucir distraídos, descorteses, pedantes o disconformes cuando en el fondo, dentro de nosotros solo tenemos miedo, pero a pesar de todo, estos síntomas, no son del todo malos, de hecho; estas reacciones, cuando no son repetitivas ni traen episodios violentos son una muestra de lo saludable de nuestro organismo y de lo bien que responde ante situaciones inusuales que la mente interpreta como peligro, ante todo esto siempre es importante conocernos a nosotros mismos y generar conscientemente la capacidad de controlar nuestras emociones y principalmente manejar nuestras reacciones.

En un mundo cargado de contenido digital negativo al alcance inmediato de un click, no es solo importante y conveniente sino también urgente que podamos conectarnos con nuestro interior, nadie mejor que nosotros mismos puede calmar nuestros miedos.

La relajación mental cotidiana es trascendental, herramientas como la meditación, la música, la lectura, o la oración se constituyen en grandes aliados.

Y si concluimos que nuestra situación es demasiado compleja, siempre podemos recurrir a la ayuda de profesionales que están especialmente preparados para atender el problema cuando ha llegado a este nivel, hay que recordar lo importante de desahogarnos y por ello el importante papel que juegan los profesionales que te llevarán por un camino seguro.

----------------

Artículo firmado por el autor habitual de esta columna, Oreste del Río Sandoval, abogado y escritor, y por la doctora Maritere Lee, psicóloga y escritora.

Un agujero negro en nuestra personalidad
Comentarios