viernes. 19.04.2024

Más rápido, más alto, más fuerte

"Fue aquel día, en Río de Janeiro, que Mutaz Barshim, un joven de 25 años se convirtió en el primer atleta olímpico multimedallista del Estado de Catar"
Mutaz Barshim.

Él estaba nuevamente ahí, de pie; a punto de dar inicio a la carrera de doce metros previa al vuelo que podría darle nuevamente la gloria competitiva; la misma competencia en la que había obtenido con anterioridad el tercer puesto del mundo, aquella vez -como todavía hoy-, su mente está enfocada en una sola cosa, ser el mejor, y llenar de gloria deportiva a su país.

Sus ojos, permanecían enfocados en la barra travesera ubicada a dos metros y treinta y seis centímetros de altura sobre el suelo; mientras que los ojos del mundo se encontraban posados sobre él.

Fue aquel día, en Río de Janeiro, que Mutaz Barshim, un joven de 25 años se convirtió en el primer atleta olímpico multimedallista del Estado de Catar.

Cuando a finales del Siglo XIX, un grupo de personalidades del deporte, la política y la cultura, comandados por el Barón Pierre de Coubertin resolvieron celebrar un encuentro deportivo que emulase los juegos con los que los antiguos griegos homenajeaban a los dioses. Bajo el lema Cituis, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte) comenzó a gestarse el ideal olímpico, que trasciende el aspecto netamente deportivo, para pasar a ser una forma de vida, que persigue la paz y la hermandad entre todos los pueblos.

Por cuestiones de trabajo, hace aproximadamente dos meses vivo en el Estado de Catar, un Estado soberano árabe ubicado en el oeste de Asia y que ocupa la pequeña península de Catar en el este de la península arábiga, un país de una superficie pequeña; que es uno de los mejores referentes de que la relación tamaño territorial y grandeza de un Estado no encuentra ocasión ante la mentalidad de un pueblo que tiene grandes aspiraciones y una voluntad inquebrantable para cumplirlas.

Probablemente ustedes como yo, han experimentado ese cariño que se siente por el país que te ha adoptado temporalmente; aquel lugar que cariñosamente nos abre sus brazos y nos permite vivir experiencias inolvidables que trascienden el tiempo y se llevan guardadas en nuestros corazones.

Aquel día, me contagié de la euforia que vive un país, que ve a uno de sus atletas disputar en una competencia deportiva, un espacio entre uno de los primeros puestos mundiales y un lugar en los libros de la historia. Atletas de mi país nos han hecho sentir esta sensación en Panamá; por lo cual podía entender toda la emoción que sentían los cataríes en aquel importante momento.

Fueron apenas dos centímetros de altura los que distanciaron a Mutaz Essa Barshim de llegar al puesto más alto del olimpo deportivo en los Juegos Olímpicos y obtener el oro.

A pesar de ello, su medalla de plata es la primera para Catar y le da al país esa prueba de que invertir en el deporte da resultados efectivos.

Más rápido, más alto y más fuerte son virtudes que caracterizan a los competidores olímpicos; pero detrás de todas estas destrezas, existe también una cadena de sacrificios que empiezan por el propio atleta, que día a día y con cada prueba lucha contra el reto que se plantea para superarse a sí mismo.

Un país que conoce esto y da la importancia y el reconocimiento a quienes hacen este sacrificio, solo puede estar destinado eventualmente a la victoria, a la grandeza y al reconocimiento.

Tal vez, en temas de apoyo al deporte los países deberían plantearse las mismas ideas: una respuesta más rápida, una inversión más alta y una voluntad más fuerte.

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Oreste del Río Sandoval es ministro consejero en temas Políticos y Económicos de la Embajada de Panamá en Emiratos Árabes Unidos.

Más rápido, más alto, más fuerte
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