viernes. 29.03.2024

Izan (capítulo 2)

Segunda entreda de 'Izan' por Proída, la columnista más joven de EL CORREO DEL GOLFO

El marinero presionó un par de botones y el submarino se dirigió hacia una compuerta. Yo miraba por una de las pequeñas ventanas viendo cómo la compuerta se abría y el barco-submarino entraba dentro de un pequeño espacio lleno de agua. Una vez dentro, las compuertas se cerraron y el agua se fue yendo. El marinero tiró de una palanca y la puerta del submarino se abrió.

Salí detrás de mi madre con Toby. No podía creer lo que mis ojos veían; peces de todos tamaños nadaban fuera y el cristal brillaba luminosamente. Metrópolis era una ciudad de pura belleza.

Un hombre alto nos saludó:

-¡Bienvenidos!,- dijo.

-Hola. Me llamo Marta López, dice mi madre.

-¡Ah, señora López! Sí, sí. ¿Venís de Dubai?

-Sí. Este es mi hijo, Izan, y nuestro perro, que se llama Toby.

Mientras los dos conversaban, yo miraba a través de las paredes transparentes, aunque no se podía ver nada más allá del círculo de luz que Metrópolis emitía. De repente , algo se movió en la oscuridad. Me acerqué un poco más al cristal, para investigar. Una criatura gigante se acercaba a la ciudad.

-¿Qué diablos es eso?,- pregunto. Los adultos miraron a la figura que se acercaba. El hombre caminó hacía mí, posando una mano sobre mi hombro.

-No te preocupes, hijo. Sólo es Alamar,- dijo. Le miré ojiplático.

-¿Quién?,- pregunto.

-Es una ballena.

Tenía razón. La ballena era gigante y emitió un sonido largo y profundo. Mi asombro era casi tan grande como mi incredulidad. Era una criatura bella y majestuosa.

-¡Izan, vamos!.- Mamá dijo, mirando al animal con asombro también. Toby empezó a ladrar furiosamente en un ataque de valentía.

-¡Calla, Toby!,- digo, dándole una palmadita en la cabeza. Después de un par de minutos, Alamar desapareció en la oscuridad una vez más. El hombre nos condujo a través de una puerta que se abría a un corredor giratorio. Al fin llegamos a nuestro destino y a duras penas pude creer lo que vi: Metrópolis era una ciudad asombrosa. Había casas, coches… ¡hasta había plantas! ¡Y todo esto debajo del agua! La gente iba vestida con ropa simple. Había también algunos animales. Un gato (Toby lo vio y no le hizo ninguna gracia que yo le agarrase el collar mientras el gato escapaba a sus furiosos ladridos), un par de pájaros, y un caballo atado en el jardín de una casa.

El hombre nos llevó a un edificio.

-El señor Walker les espera,- dijo mientras subía unas escaleras. Llegamos a una puerta y nuestro anfitrión tuvo que llamar tres veces antes de obtener una respuesta.

-¡Entren!,- dijo una voz. Entramos y vimos a un hombre mayor sentado detrás de una mesa, su barba blanca tejida en una larga trenza. Abrió los brazos y corrió hacia nosotros.

-¡Pero si es mi hija!,- exclamó.

-Hola, Papá,- contestó mi madre sin mucho entusiasmo.

-¿Es tu padre?,- pregunté yo con absoluta incredulidad, sin sacar los ojos de la barba de aquel hombre.

-¡Pues claro que sí, chico!,- respondió el tal señor Walker, supuestamente mi abuelo. -¡Bienvenidos a vuestra casa!

Hablaron un rato de cosas que no entendí y poco después fuimos llevados a lo que sería nuestra residencia.

Media hora más tarde, Mamá, Toby y yo estábamos en una pequeña casa. Era bonita, con dos cuartos, una cocina y un balcón.

-¿Estaremos bien, no?,- pregunto yo. Mamá respiraba lentamente, como intentando relajarse y tranquilizarse.

-Sí, Izan,- dijo sosteniendo mi cara entre sus manos. -No te preocupes en absoluto, hijo mío. Todo saldrá bien.

Y en ese instante, el suelo se movió. Me levanté de un salto y mama corrió al balcón.

-¡Oh dios mío!- exclamó. Yo salí detrás de ella y lo vi también: un animal de tamaño monstruoso. Toby gimió. La gente salía de sus casas y veía la criatura que miraba la ciudad acuática.

CONTINUARÁ…

Por Proída.

Izan (capítulo 2)
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