viernes. 29.03.2024

La pequeña ladrona (3)

Tercera entrega de las historias de `La pequeña ladrona' de Proída

Estoy nerviosa. La cubierta del barco está mojada con agua del mar, un lugar nuevo para mí. Caúl, aparentemente, ya ha estado, pero no en una situación como esta. Nos sentamos en un banco en frente de Marta Veladura. Su pelo es rizo y negro, una cicatriz en la mejilla y una en su brazo. Controladora del tiempo, recuerdo lo que decía el papel. Cuando lo leí, pensé que se refería al tiempo, en plan pasado, futuro y presente. Me había equivocado. El papel se refería al viento, la lluvia y las nubes. Se sienta para atrás, bostezando.

-Bien, ¿qué podéis hacer?- pregunta. Caúl y yo intercambiamos una mirada. Marta exhala, tapándose la cara con una mano. -No me digáis que no sabéis hacer nada.-Eso me hace enrojecer.

-Pues claro que sí, listilla- digo.

-Aster…- empieza Caúl, pero yo hablo por encima de él:

-Soy de familia pobre y capaz de robar sin que nadie se de cuenta, utilizar un cuchillo y matar.- Marta levanta una ceja.

-Me refiero a tus poderes, ladroncilla - dice levantándose. Parece amenazadora, sus ojos de ámbar brillando y una brisa que poco a poco se vuelve más fuerte.

-Marta, ¡tenga cuidado con sus poderes!- avisa el capitán desde el timón. El viento para de repente.

-Perdóneme -le responde Marta al capitán. Mi temperamento ha conseguido lo mejor de mí. Otra vez.- añade. Se vuelve a sentar, sus ojos llenos del fuego que yo debería de ser capaz de hacer.

Un ruido suena bajo el agua. Todos nos quedamos quietos. Es como… un lamento.

-¿Qué es eso?- alguien pregunta. Meto una mano en mi bolsillo, sintiendo el metal frío de mi cuchillo. Caúl se levanta del banco y se dirige lentamente hacia el borde del barco.

-Caúl…- El silencio se prolonga por un minuto, mientras todos aguzamos los oídos, con el miedo ya en nuestros huesos. De repente, se ven unas burbujas en la superficie. Caúl retrocede, su mano empuñando una pistola.

-Caúl…- repito, pero no me responde. Tiene ojos solo para el agua. Me levanto. El mismo sonido otra vez. Más cerca. El barco se agita, tirando a algunos al suelo. Mi corazón late frenéticamente. No sé qué está pasando, pero estoy preparada. Saco el cuchillo, y Marta se levanta, lista para usar su poder. El barco se vuelve a agitar, esta vez más violentamente. El general sale de la cabina.

-¿Qué diablos esta…?- empieza a decir, pero una ola de agua nos moja a todos los que estamos en la cubierta del barco.

Del agua sale una criatura gigante con alas parecidas a las de un dragón. Se vuelve a meter bajo el agua y su cola levanta grandes olas. Es un depredador y nosotros somos su presa. Vuelve a salir, y veo su cabeza larga y su hocico redondeado. Abre sus mandíbulas, enseñando dientes afilados y letales, y ruge. El general manda desplegar las velas, y Marta manda viento para que el barco vaya más rápido. Caúl tropieza y está a punto de caer al mar.

-¡Agárrate!- grito, corriendo hasta él. Resbalo con el agua en el suelo, y me caigo dolorosamente. El barco gira, y me caigo al mar.

-¡Aster!- escucho que grita Caúl antes de caer sumergirme. El agua esta fría, y apenas tuve tiempo para respirar. El sonido…! Oh no! Me doy la vuelta en el agua, usando mis brazos. La criatura que me mira no es la que nos cazaba. Es parecida, pero no la puedo ver bien con mis ojos. Lo que sí puedo ver es escamas verdes y una cara casi igual a la criatura que nos perseguía solo que parece… una cría.

Vuelvo a la realidad, que me golpea como una patada en el estómago, y mis pulmones piden aire a gritos, y trato de nadar a la superficie. La cría me sigue curiosamente, nadando alrededor de mí. Si su madre me encuentra, estoy muerta. Salgo a la superficie y respiro aire profundamente. La cabeza de la cría sale a mí lado, sus bufidos son fuertes y ruidosos. Tiene ojos y escamas verdes, que le cubren el cuerpo. Parece dócil. Miro a mi alrededor, y veo que el barco está lejos, aún escapando de la madre.

-¡Oh no!- murmuro. La criatura hace un ruido bajo, como si me entendiese. Se sumerge bajo el agua y mira hacia el barco. Después hacia atrás y sigo su mirada. Su madre caza al barco, pero alguien caza a la cría. Un animal gigantesco nada hacia nosotros. Como no nos movamos nos va a alcanzar. Creo que esta va a ser la cosa más loca que haga en toda mi vida. Me subo al lomo de la criatura con dificultad.

-¡Vamos!¡Muévete!- le digo con urgencia . La cría la escucha. Sabe que ahora tiene que hacerme caso si quiere llegar a su madre. Se mete en el agua, sus patas moviéndose con fuerza. Yo me agarro a su pescuezo lo más fuerte posible, aire dentro de mis pulmones. Nada al estilo de un delfín, saliendo y metiéndose dentro del agua conmigo encima. Estamos cerca. La cría suelta un ruido alto y agudo, llamando a su madre. Pero estamos demasiado lejos. Giro la cabeza y veo que el cazador esta cerca. Sale del agua, y compruebo que se parece a la madre, solo que es negro y gigante. La cría suelta otra llamada, está llena de miedo. Me doy la vuelta y, sin pensar, alargo un brazo. Pasa algo increíble: ¡me sale de la mano una bola de fuego! El cazador para de repente, ya que el agua esta muy, pero que muy caliente.

La cría lanza otra llamada, saliendo del agua con un salto alto. Casi me caigo de su espalda, pero me agarro fuertemente. Su madre la escucha y abandona el barco, nadando ferozmente hacía su cría. Soy lo suficiente ágil y salto del lomo de la cría, ya que lo último que necesito es que la madre se enfade conmigo. Veo como las dos criaturas se saludan dócilmente, la madre frotando su cara contra la de su cría. Un pensamiento me viene a la cabeza: ¿me echan de menos mis padres? No he estado en casa durante dos días… pero dudo que estén preocupados. Siempre he sido capaz de cuidar de mí misma, y algunas veces he faltado hasta cuatro días de casa, normalmente pasando las noches en la floresta. La madre de la cría me mira, y eso me saca de mis pensamientos, devolviéndome a la realidad. Para mi sorpresa, ella solo inclina la cabeza, como si estuviese dándome las gracias. Después se da la vuelta, sumergiéndose bajo las aguas. Antes de seguirla, la cría me mira una vez más. Mueve la cabeza, y sigue a su madre. Me quedo mirando como su cola desaparece bajo el agua.

-¡Aster!- me grita alguien. Caúl se apoya en la borda del barco, que está más o menos cerca de mí.

-Estoy a remojo- ironizo. Caúl carcajea, y me siento como si estuviese volando. No, literalmente. Empiezo a subir del agua, y en poco tiempo ya estoy en la cubierta, temblando de frío. Marta me da su chaqueta, que me pongo agradecidamente.

-Bien hecho,- le dice a Caúl, -al menos uno de vosotros sabe usar sus poderes.

-Dos de nosotros, en realidad.- digo yo, con una sonrisa amplia. Levanto una mano y una llama de fuego sale de mi mano, jugando entre mis dedos.

-Bien hecho, Aster.- dice Marta con una mueca. Se gira para ver al general. -Creo que es tiempo de pasar a etapa dos…

La pequeña ladrona (3)
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