viernes. 29.03.2024

La primera estrella

"Había pasado toda su vida encerrado en la mansión de sus crueles padres, que siempre estaban ocupados en fiestas y reuniones mientras el niño se quedaba en la casa, solitario"

La gente a menudo se preguntaba sobre el pobre muchacho que vivía en la casa más alejada de la aldea. Nadie sabía de él porque sus padres nunca lo dejaban salir. Los niños a menudo veían su pequeña cara asomada a una de las grandes ventanas, pero nunca salía a jugar con ellos. Había pasado toda su vida encerrado en la mansión de sus crueles padres, que siempre estaban ocupados en fiestas y reuniones mientras el niño se quedaba en la casa, solitario. Solo los veía durante cinco minutos al día antes de ser enviado a su dormitorio, que por cierto, estaba muy lejos del de sus padres. Lo único que el niño sabía sobre el mundo exterior era que era grande y verde. Nunca había sentido el viento en su piel, o la lluvia, o la hierba bajo sus pies. Para abreviar, no conocía el exterior para nada.

Pero eso cambió un día. Estaba despierto en su enorme cama de cuatro postes mirando al techo cuando oyó un pequeño ruido en la ventana. Se quedó quieto, escuchando atentamente. Al oír que el ruído se repetía, poco a poco caminó a través de la oscuridad, sus brazos estirados al frente, palpando la pared para guiarse. Abrió las cortinas y la habitación fue bañada con luz plateada. Miró fijamente a través de la ventana pero no encontró nada fuera de lo normal. Estaba a punto de cerrar las cortinas cuando vio a alguien de pie afuera. Era una figura humana cuya cara no se podía reconocer en la oscuridad, pero pudo ver claramente como le saludó con la mano. El niño levantó su propia mano, en respuesta, desplegando sus pequeños dedos. Entonces la figura desapareció, dejándolo solo una vez más.

A la noche siguiente, pasó lo mismo. La figura, posada esta vez en el árbol, saludó al niño. El chico miraba en silencio, tratando de ver su cara. Con la luz de la luna, fue capaz de ver que la persona había extraído algo de sus bolsillos (o eso pensó; no se podía estar seguro en la oscuridad). El chico apretó su cara contra el cristal de la ventana fría. La figura lanzó algo al cielo mientras sus manos se siguieron moviendo, como dirigiendo una orquestra. Luego, algo se acercaba a su ventana: era un ave pequeña, hecha de algo plateado y bonito a los ojos del niño. El ave hizo piruetas en el aire con gracia. Se acercó a la ventana del niño y, en vez de esquivarla, voló justo hacia ella. En el momento en que tocó el cristal frío, parecía derretirse sobre él, pequeños copos de nieve pegados al vidrio. El niño los miró sorprendido y encantado. Vio como los copos de nieve hacían dibujos y bailaban en el cristal de su dormitorio. Era una de las cosas más bellas que había visto. Pero pronto los copos de nieve se derritieron, como de costumbre, y una vez más se quedó solo en su habitación, recordando los copos de nieve y sonriendo. Cuando miró fuera, la figura ya se había marchado.

El tercer día fue diferente. El niño se quedó despierto en su cama, esperando el ruido en la ventana. Pero nunca llegó. Temía que la figura no llegara para deleitarlo. Así que hizo algo que nunca se había atrevido a hacer antes: salió de su cama en pijama y se acercó a su ventana, tentando para abrirla, y se sorprendió al descubrir que su criado se había olvidado de cerrarla. El niño empujó la ventana abierta y el viento frio entró en su habitación, aunque no le pareció irritante sino que le encantó. Trepó a la ventana con más curiosidad que nunca, la luna iluminando su camino, y corrió sus manos a lo largo de la pared hasta que encontró la tubería de agua que bajaba. No se detuvo a pensar cómo podría volver a subir, ya que quería encontrarse con su visitante lo antes posible.

Pronto aterrizó descalzo en la hierba húmeda. Buscó a la figura con sus ojos, pero todo a la vista eran los árboles y las plantas alrededor de la mansión. Luego lo vio, de pie en las sombras. Luego desapareció con un whoosh— en el viento. El niño estaba confundido y muerto de curiosidad. ¿Cómo puede una persona desaparecer en el viento? Entonces una voz suave le llamó, cantando sin palabras. El niño giró en el acto, escuchando, y entonces sucedió: el niño fue levantado por el viento en el aire. Subió y subió, el suelo alejándose de él hasta el punto de ser posible tocar las nubes. Descubrió que las nubes no eran esponjosas como había creído siempre, sino que eran como el aire, ligeras.

-¿Te gustan?- preguntó una voz suave. El niño vio finalmente a la figura. Ahora que la podía ver más de cerca, se dio cuenta que estaba hecha de viento y tenía forma de mujer y pelo blanco como la nieve.

-¿Eras tú la que me visitabas durante estos días?- preguntó el niño con ojos muy abiertos. La mujer de viento sonrió y asintió.

-¿Estás feliz?- preguntó ella.

-¿Cómo no? Me gusta el mundo exterior. No quiero volver a estar encerrado en aquella casa. ¿No me podría quedar con usted?

La mujer de viento se tocó la barbilla pensativamente.

-Supongo que sí, pero no podrías volver a tus padres- dijo pensativamente.

-No quiero volver. Me han apartado de todo esto. ¡No quiero ser un ave enjaulada!- le rogó el niño. La mujer de viento le miró por un momento más antes de llevarle a la Luna, su amiga más vieja.

-Este muchacho desea ser libre- dijo la mujer de viento a la Luna.

Y la Luna desde entonces le mece en el cielo y el niño observa el mundo desde otra perspectiva, tratando de entenderlo. Nunca más volvió a estar encerrado ni a sentirse solo.

FIN

La primera estrella
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