viernes. 29.03.2024

Rarezas normales

"En los supermercados de los países del Golfo una persona te cobra, la otra te organiza el carro y tú miras. ¿Para qué nos vamos a estresar?"
Coche ante restaurante en la Corniche de Ras Al Khaimah. (EL CORREO)

Los países del Golfo llaman la atención en el resto del mundo por las excentricidades que aquí se pueden encontrar. Y no solo los jeques protagonizan estas rarezas, sino que todos los que aquí vivimos participamos de muchas de ellas. Es más, algunas ni siquiera conllevan un coste desmesurado. Llaman la atención al principio, pero con el tiempo te acostumbras hasta tal punto, que te parecen normales.

Cuando llegas a la caja del supermercado, una persona se ocupa de pasar los productos por el escáner y cobrar (como en el resto del mundo) y otra los introduce en bolsas. En muchas bolsas, por cierto. Se ve que los de Carrefour tienen bien claro que el plástico no contamina en esta parte del planeta, por eso no solo no las cobran, sino que las usan en exceso.

Al principio, y por inercia, ayudaba a llenarlas pero no te miran bien, quizá piensen que se pueden quedar sin trabajo si lo hace el cliente. Y acaba siendo un momento de tranquilidad. Una persona te cobra, la otra te organiza el carro y tú miras. ¿Para qué nos vamos a estresar? Si por alguna razón el chico que rellena no está en la caja, muchos compradores (especialmente, locales) se quedan parados y el espacio se va llenando de comida y otros artículos. Suele ser el cajero quien, una vez ha cobrado, acaba rellenando.

Si realizas una compra grande (que por vivir sola nunca es mi caso), el mismo chico conduce el carro hasta tu coche y deposita las bolsas en el maletero. Todo eso, por una módica propina. En realidad ofrecen este servicio en todos los supermercados y tiendas de los centros comerciales.

Otra extravagancia que para mí ha dejado de serlo por familiar, es la forma de comprar comida o bebida para llevar. Paras el coche cerca del local donde sirven shawarmas, tés, comida preparada o zumos. Y pueden darse dos casos. El primero, que un chico esté rondando los coches con los menús en la mano. Entonces, tú bajas la ventanilla y te atienden ahí. Pides, esperas con el aire acondicionado encendido, traen tu pedido, pagas y te vas.

Segunda opción, que no haya nadie en la puerta. Entonces puedes buscar contacto visual y pedirles que salgan, o pitar con suavidad. O, como hacen los más brutos, montar un escándalo con el claxon hasta que alguien se acerca a su coche y atiende. Por supuesto, esto no es exclusivo del verano. Se da durante todo el año.

He de decir que aquí la comida para llevar es mucho más barata que en España y que hay una fuerte costumbre de comprarla cocinada. Puedes encontrar de todo, pero lo más tradicional son los puestos de comida siria o libanesa. Por cierto, está buenísima.

Yo me resistí al principio a pedir desde el coche, sobre todo, cuando no había nadie fuera para atenderme. Pero con el tiempo integré la costumbre local y la agradezco por una razón. Si bien la comida es deliciosa, los espacios suelen ser antros donde solo hay hombres. Suelen resultar incómodos para una chica sola y con el pelo descubierto. Aunque son amables, tanto empleados como clientes suelen mirarte. Buen sistema el de permanecer en el coche.

Si es un viernes o sábado a hora punta y el establecimiento sirve comida buena, suelen formarse embotellamientos. Hay coches aparcados, los que paran a esperar su pedido y los que circulan por la calle. Los chicos que atienden también dirigen el tráfico. No de la manera más ordenada, pues los árabes son muy buenos en la cocina, pero no en organizar el tráfico. Pero al final, con un poco de paciencia, todo se consigue.

Y estas son dos de las excentricidades a las que nos habituamos con facilidad. Si quieres, puedes compartir otras que hayas a visto o vivido en tu país de acogida.

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En la imagen superior, el camarero de un establecimiento de zumos en el emirato de Ras Al Khaimah atiende a un cliente en su coche. (EL CORREO DEL GOLFO)

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