jueves. 28.03.2024

Hasta siempre, amigo

"Nuestro amigo Tito, tras varios días en coma, se ha ido. Ha partido dejándonos el alma encogida y la alegría de haberlo conocido"

Hoy es un día triste. Nuestro amigo Tito, tras varios días en coma, se ha ido. Ha partido dejándonos el alma encogida y la alegría de haberlo conocido. Nadie podía imaginar que ese corazón tan generoso y tan lleno de vida podía parar, que se iba a marchar.

Ha sido una persona carismática, no conozco a nadie a quien no cayera bien, ni tan siquiera alguien a quien le resultara indiferente. Tito es (y necesito hablar en presente porque de alguna manera él siempre es) un ser extremadamente sociable. Su personalidad cautiva a quien lo conoce porque es alegre, simpático, es ruidoso, afable y habla con todo el mundo. Me llamaba la atención cómo entablaba conversaciones y relaciones de amistad con el inglés tan trastabillado que hablaba y es que no tener un dominio completo de la lengua no le impedía charlar, conversar y hasta vender sus telas.

El empleo de su mujer, a la que le mandamos hoy todo nuestro amor, lo trajo hace unos años hasta Oriente Medio. Él siempre bromeaba y decía que vivía de ella, que no necesitaba trabajar. Pero en realidad visitaba empresas (también la mía) e importaba textiles de la fábrica que su familia posee en España. Calidad y servicio, eso era lo que ofrecía envuelto de un trato lleno de simpatía. Creo que no sabía diferenciar vida personal y la laboral. Cuando venía con sus muestrarios, nos trataba a todos como amigos, bromeaba en las reuniones y se divertía como si estuviera celebrando algo (quizá la vida). Y esa actitud la mantenía sin perder ni un ápice de profesionalidad.

Eran míticas sus fiestas. De vez en cuando organizaba un encuentro en su casa donde no faltaba comida, bebida ni música. Buen ambiente, clima desenfadado, pista de baile y alegría. Creo que es así como siempre ha vivido. Con alegría. Un día me contaron él y su mujer cómo fue su boda. Creo que se casaron solo por dar una gran fiesta y para que ellos y los suyos se divirtieran. Y lo consiguieron.

Se durmió unos días antes de irse. Quizá para que los suyos tuvieran la oportunidad de despedirse, incluso, de venir desde España. Aun así no podemos creerlo. La vida es caprichosa, como dijo mi amiga hace unos días. Y de repente algo así sucede pero ni te lo esperas ni te lo crees. Cuesta aceptarlo. Y, por supuesto, duele. Y también duele pensar en ella, que a partir de ahora se queda con su recuerdo.

Y estas cosas suceden cuando uno está lejos de su país, a muchos kilómetros de casa. De alguna manera reconforta recordar que él ha sido feliz aquí. No se quejaba de la ciudad ni de la vida en Oriente Medio, más bien al contrario, manifestaba su bienestar cada vez que le preguntaban.

Y así estamos, intentando encajarlo, enviándole a su familia todo el cariño. Sin necesidad de comprender o de entender por qué. Porque la muerte forma parte de la vida y no sigue patrones ni lógica ni un sistema de justicia. Lo único que podemos hacer es aceptar que así son las cosas, sentir la tristeza por la despedida, la alegría por haberlo conocido y enviarle nuestro amor a su mujer y a sus familiares.

D.E.P. Hasta siempre, Tito.

Hasta siempre, amigo
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