viernes. 29.03.2024

Nuevo curso en Oriente

"¡Qué verano tan duro! El calor me pareció más insoportable que nunca. La mitad de mis amigos estaban en sus países y la otra mitad, de mal humor, más o menos como yo. Y por fin… ¡pasó! ¡Jalás! Se ha acabado. Termina el infierno y comienza el verano"

¡Por fin se acaba el verano (que no el calor)! O como dicen por aquí, se termina el infierno y comienza el verano. Los niños vuelven al cole, quienes pasaron los meses de estío en sus países también regresan y Doha retoma ese sabor agridulce tan característico. Vuelve a ser ella. Con tráfico incluido, que estábamos tan preocupados por quejarnos del verano, del calor y de la humedad que nos olvidamos de disfrutar de las vías despejadas, los trayectos fluidos y, vamos, del poco tráfico que había en la ciudad. Por lo menos en mi caso, me sorprendo a principios de julio por lo bien que se conduce pero luego me acostumbro y me olvido de que eso es un regalo del verano.

Cuando vivíamos en nuestros países solíamos marcar los tiempos cada año. Cuando acababa el verano, comenzaba otro ciclo, se abría un nuevo curso escolar, nos apuntábamos de nuevo al gimnasio y a inglés y nos proponíamos –a veces, ilusos- nuestra lista de objetivos. No sé cómo lo vivirán el resto de expatriados. En mi caso, todavía no había empezado un nuevo curso y tenido la sensación de volver a la rutina. Con ese gustito que provoca lo conocido, lo que nos es costumbre. Es como una calma dulce después de la tormenta. Ya veremos si en el futuro nos aburre. De momento, es dulce.

Para mí el día de hoy marca el principio del curso porque he quedado a comer con mis amigos, con mi grupo de siempre en Doha. Algunos estuvieron en España todo el verano, otros se dedicaron a traer una hija al mundo y los demás hemos estado desperdigados, ya sea viajando o quedándonos en casa en un estado apático.

Y este estado apático a mí me duró desde finales de junio hasta que me fui a España unos días en agosto. ¡Qué verano tan duro! El calor me pareció más insoportable que nunca. La mitad de mis amigos estaban en sus países y la otra mitad, de mal humor, más o menos como yo. Sentía una energía muy mala en todo el país y nos encontrábamos casi todos medio deprimidos. Y por fin… ¡pasó! ¡Jalás! Se ha acabado. En primer lugar, aunque las temperaturas se mantengan muy altas, no sufrimos la humedad que nos asfixiaba hace un mes. El clima nos ha dado una tregua y el saber que a partir de ahora solo va a ir a mejor, dispara nuestro optimismo.

En segundo lugar, ya estamos todos. Como decía mi madre cada final de verano: “qué ganas tengo de que vuelva el invierno y empiece el curso, para que estemos todos recogidos”. Pues eso, que aquí ya estamos todos. Y todavía será más notorio a la vuelta del Eid.

Tenemos muchos planes para este curso. En realidad, los mismos planes de siempre: ir a la playa, quedar con amigos, aprender árabe (por enésima vez me lo he propuesto). Cenas en el zoco, picnics en Aspire, excursiones al desierto, fines de semana en Dubai y otras ciudades cercanas... También me alegra pensar que después del Eid-al-Adha vuelve al país –por fin- alguien especial para mí. Por cierto, le consultaré y si le parece bien, quizá publique unas cuantas historias en amor y desamor en Oriente Medio. Bueno, en este caso espero que solo sean de amor, que la temporada pasada ya completé el cupo de asuntos tristes.

Y así es como damos la bienvenida al nuevo curso en Doha. O al menos, como se la doy yo. Sin duda nos sucederán muchas anécdotas y viviremos experiencias que iré contando cada viernes. ¡Empezamos el verano!  

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