viernes. 29.03.2024

Escribir, escribir

"Nadie me dijo lo que costaba escribir algo decente o, seguramente, me lo haya dicho mi padre más de una vez mientras yo me embobaba ante algo"
Ordenador

Escribo. No escribo aquí porque estoy escribiendo. Estoy jugando a los Legos (el juego de piezas que asesina, a lo ninja, la sensibilidad de los pies de todo padre y toda madre del mundo) con los textos que tengo. Decir que los estoy deconstruyendo para reconstruirlos es decir nada. Los estoy destrozando, me he subido a una bola de demolición a lo Miley Cyrus (en pijama y ‘moño mari’) y los estoy reventando.

Nadie me dijo lo que costaba escribir algo decente. O seguramente me lo haya dicho mi padre más de una vez mientras yo me embobaba ante algo (nada en especial - un día puede ser un vestido, y otro, una pastilla de caldo de pollo). Es difícil, sobre todo si no tienes en cuenta que antes de escribir (sobre todo un guión), tienes que leer. Tienes que aprender mecanismos y recursos que todavía no te han enseñado. Todo en un tiempo récord y sin perder frescura. Eh, prefiero mil veces hacer tres paneles finales de la Ruleta de la Fortuna sin vocales a intentar montar algo decente con el tiempo en mi contra.

Pero es bonito. Es chachi levantar la vista de los libros para asimilar contenidos y darte cuenta de que esto es lo que realmente te gusta. Darte cuenta de que, aunque canse y te pegues batacazos, es el comienzo de un camino que merece la pena. Nada que merezca la pena llega sin trabajo o esfuerzo - no hablo de títulos o de sufrimiento, hablo de empujar el carro aunque no tire, aunque no haya ganas, por el simple hecho de que hay que seguir adelante.

Pero eso de empujar con los brazos cansa, agota y seca las ideas. Hace falta desaparecer un poco para regenerarse. Desaparecer, sumergirte en tu propio mundo y pescar ideas con arpón para exprimirlas fuera. Cerrar la boca para mantener el oxígeno dentro y nadar, nadar sin rumbo. Perderse y explorar.

Y, aunque al principio agobia, después aprendes que esa es la única manera de darte cuenta de que tienes que hacerlo todo pedazos para empezar de nuevo y construir cosas nuevas con el revuelto de trozos que queda después de balancearte gritando en la bola de demolición. Porque, al final es lo que hacemos – desintegrarnos para volver a componernos en otro lugar y de otra manera. Pasa lo mismo con lo que producimos desde dentro.

No escribo porque estoy escribiendo. No estoy porque estoy recomponiéndome. O evolucionando como los Pokémon. Según se mire.

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Escribir, escribir
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