viernes. 29.03.2024

Conducir en Emiratos Árabes

"Aquí no se va a autocines, aquí la sala de cine va en el coche, incluidas palomitas y Coca-Cola"
Atascos de tráfico en el Financial Center de Dubai. (EL CORREO)

El director de Estrategia de Cepsa, Héctor Perea, ha revelado a un nutrido grupo de periodistas españoles en Abu Dhabi datos muy interesantes sobre el porvenir de los coches eléctricos, que vienen acelerando en todo el mundo, evidentemente en unos puntos más que en otros. Y no sólo habló de España, también entró en lo que en Emiratos Árabes puede ocurrir.

La pregunta que le planteó EL CORREO DEL GOLFO fue: ¿tienen futuro estos automóviles en esta región del planeta? Y de su respuesta se desprende que, debido a las circunstancias del terreno, la implantación puede ir más lenta. Las altas temperaturas hacen que el consumo de energía sea más elevado, sobre todo a causa del sobresaliente -e imprescindible- uso del aire acondicionado, lo que provoca que la autonomía de los vehículos eléctricos no pueda sustituir, al menos por ahora, a la que brindan los de gasolina. Pero lo más sorprendente fue que también dijo que eran un problema las distancias.

La cuestión que surgió a continuación estaba cantada: ¿cómo pueden ser un problema para los coches eléctricos las distancias en Emiratos Árabes si se trata de un país que no cuenta con una gran superficie? Muy simple: aquí vamos en auto a todas partes. Hasta el punto que aseguró que un pasajero de coche realiza de media en estas carreteras unos 60.000 kilómetros al año, lo que da 165 kilómetros al día. Y a tenor de lo que viajamos quienes trabajamos en este periódico, hasta poco me parece.

El coche, y los que aquí residimos bien los sabemos, es en Emiratos Árabes una forma de entender la existencia. Prácticamente se vive sobre las cuatro ruedas. Incluso cuando se acude a los restaurantes, que es con muchísima frecuencia, lo que se hace es dar cuatro pitidos en la puerta para que salga el camarero con el menú. A continuación sólo resta realizar el correspondiente pedido y zamparse la hamburguesa o los 'noodles' en el asiento del vehículo mientras en la pantalla del todoterreno -porque abundan los todoterrenos- se ve la película de turno. Aquí no se va a autocines, aquí la sala de cine va en el coche, incluidas palomitas y Coca-Cola. Con esto se encuentra casi todo escrito sobre el asunto, lo que puede resultar sorprendente para quienes habitan en otras latitudes.

Pero del dato de los 60.000 kilómetros anuales hay que extraer otra lectura: las muchas horas al día que estamos metidos entre una vorágine de motores que rugen a grandes velocidades. Al Gobierno hay que agradecer el esfuerzo permanente que realiza por proporcionar a los automovilistas más y mejores carreteras. Sin embargo, ese esfuerzo no lleva aparejado un incremento de la conciencia vial por parte de los conductores, que en no pocos casos se piensan que en lugar de circular por la E311 entre Dubai y Sharjah están al frente de un Fórmula 1 en Yas Marina Circuit.

Lo que nos jugamos es la vida. Ni más ni menos. Y por ello es urgente que se castigue con dureza -pero de verdad- a quienes acosan con las luces largas, a quienes adelantan por los arcenes, a quienes no ponen los intermitentes, a quienes circulan a más de 200 kilómetros por hora -que son muchos-, a quienes se detienen en los autopistas a tomarse un karak y también a quienes en lugar de llevar el volante entre las manos se dedican a 'wasapear' o 'instagramear', todo muy moderno, muy 'TIC' y muy 'smart', pero muy muy peligroso para los que circulan en sus proximidades. Antes de todo eso está el civismo y la educación.

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