viernes. 29.03.2024

Estados Unidos lanzó este jueves sobre instalaciones terroristas en Afganistán el mayor artefacto no nuclear que posee, un explosivo conocido como “la madre de todas las bombas” que estuvo desarrollando durante la guerra de Irak pero no había utilizado hasta ahora.

Muchos recordaron este jueves una de las frases de campaña del entonces candidato, ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump: "Machacaré al Daesh a base de bombas". El país norteamericano lanzó su bomba no nuclear más potente, la GBU-43/B, sobre una región de Afganistán en la que habitualmente se esconde el autodenominado Estado Islámico (EI).

El Pentágono informó que el ataque se realizó "para minimizar los riesgos de las fuerzas afganas y estadounidenses que ejecutaban operaciones de limpieza en el área, al tiempo que se maximizaba la destrucción de combatientes e infraestructura del Daesh".

El Daesh anunció la creación de su rama Khorasan —antiguo nombre para Afganistán y las zonas de alrededor— en enero de 2015. Fue la primera vez que el Daesh se expandió de forma oficial fuera del mundo árabe. En pocas semanas, el grupo apareció en al menos cinco provincias afganas en un intento de establecer parcelas de territorio desde las cuales expandirse.

Fue el primer grupo insurgente en desafiar directamente el dominio del Talibán sobre la comunidad local. Su principal objetivo era expulsar a los militantes talibanes de la zona y también aspiraba a expulsar a al Qaeda (aliado del Talibán) de la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán, o reclutar a sus combatientes. Aun así, pese a los esfuerzos para insuflar energías a sus agotados militantes, Daesh tuvo problemas para construir una base política amplia y recibir el apoyo local que esperaba en Afganistán. En su lugar, se granjeó la enemistad de casi todos, incluido el Talibán.

En la primera mitad de 2015, Daesh logró hacerse con grandes parcelas de territorio en la provincia oriental de Nangarhar, donde se ha centrado el ataque de este jueves. El grupo estableció allí la capital de facto, principalmente por dos razones: su cercanía a las áreas tribales de Pakistán, hogar de los líderes de la rama Khorasan de Daesh y la presencia de personas que siguen una interpretación similar salafi/wahabi del islam. Daesh intentaba así además poner el pie en el norte de Afganistán, donde aspira a vincularse con militantes de Asia central, chechenos y uzgures chinos. Pero ha sido ampliamente eliminado del sur y oeste de Afganistán por el Talibán y por acciones militares dirigidas por las fuerzas afganas, de EEUU y la OTAN.

También ha perdido territorio en el este de Afganistán en los últimos meses. Daesh todavía controla algunas partes de las provincias de Nangarhar y Kunar, donde planifica ataques y entrena a combatientes.

Desde su aparición en Afganistán, Daesh ha perdido cientos de militantes en ataques aéreos de Estados Unidos y combates sobre el terreno con el ejército afgano. Mientras tanto, varios cientos de combatientes han muerto en choques con el Talibán. Las fuerzas de seguridad afganas combaten a EI pero el grupo ha sido capaz de sobrevivir la arremetida. El general estadounidense John Nicholson, comandante jefe de las tropas de EEUU y la OTAN en Afganistán, calcula que hay entre 1.000 y 1.500 combatientes del Daesh en ese país. Nicholson dice que la cifra se ha reducido a la mitad gracias a las operaciones militares del último año.

El general añade que alrededor del 70% de estos combatientes proceden del Talibán paquistaní, algunos de los cuales se trasladaron a Afganistán después de que el ejército paquistaní lanzara una operación en la zona tribal de Waziristán Norte en 2014. Pero las autoridades afganas insisten en que el 80% de los militantes del Daesh son paquistaníes.

Tras perder territorio, el grupo Khorasan de Daesh está emulando a sus socios de Medio Oriente recurriendo a tácticas de guerrilla como ataques suicidas, asesinatos con un objetivo y el uso de explosivos improvisados (conocidos comúnmente por las siglas IED en inglés).

Daesh reivindicó la autoría de los recientes ataques más mortales en Afganistán, varios de ellos en la capital del país, Kabul. En julio de 2016, un ataque suicida en una marcha en Kabul mató al menos a 80 personas. Tres meses después, dos ataques similares durante el festival religioso de Ashura se cobró unas 30 vidas y en noviembre de 2016 un ataque contra una mezquita de Kabul mató a más de 30 personas. Todos estos ataques tuvieron como objetivo musulmanes chiítas, que son minoría en el país.

Si Al Qaeda introdujo los bombardeos suicidas en la región de Afganistán-Pakistán, Daesh añadió tácticas nuevas y más despiadadas. Un ejemplo de esto es un vídeo difundido por Daesh en agosto de 2015 en el que se mostraba a diez ancianos con los ojos vendados en el distrito Achin de Nangarhar a los que se forzó a sentarse sobre huecos en la tierra llenos de explosivos. Posteriormente estallaron en pedazos.

El grupo tiene varias cuentas de Twitter y Facebook y hace uso de una emisora de radio de FM en Nangarhar desde diciembre de 2015. Radio Califato se puede sintonizar en las provincias de Nagarhar y Kunar, así como en zonas adyacentes de Pakistán. La emisora fue alcanzada una vez por un ataque aéreo estadounidense pero volvió al aire en unas semanas.

Daesh también ha realizado ataques en Pakistán, donde se apoya principalmente en ciertos grupos sectarios antichiítas. El primer gran ataque en Pakistán que se atribuyó ocurrió en mayo de 2015 cuando unos 40 chiítas murieron en un ataque armado en un autobús en la ciudad más grande del país, Karachi. El pasado 16 de febrero, Daesh declaró que había lanzado un ataque contra el santuario sufí Lal Shahbaz Qalandar en la ciudad de Sehwan en la provincia de Sindh. Según la policía, hubo 90 muertos,

Daesh, que profesa una versión más austera del islam sunita, considera apóstatas a los chiítas. Aunque también ha matado a muchos de sus oponentes sunitas, ha formulado claros objetivos sectarios en varios de sus ataques. Para justificar el ataque de julio de 2016 contra una marcha chiíta en Kabul, Daesh dijo que era una venganza por las acciones de chiítas hazaras afganos que fueron a Siria para luchar del lado del gobierno del presidente sirio Bashar al Asad, chiíta alauita, contra Daesh.

Autoridades militares afganas y occidentales confirman que el grupo tiene lazos financieros y está en comunicación con el liderazgo principal de Daesh. También tiene contacto con células que operan en países del sur y el centro de Asia. Hasta ahora, Daesh no ha sido capaz en esta región de llevar a cabo ataques fuera de Afganistán y Pakistán. Pero el grupo tiene muchos simpatizantes en la zona. Adicionalmente, miles de voluntarios de nueve países de Asia del sur y central -Afganistán, Bangladesh, India, Kazajstán, Kirguizistán, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- han viajado a Siria e Irak para unirse a las filas del grupo terrorista. Han sido entrenados y radicalizados allí.

Estados Unidos lanza "la madre de todas las bombas" contra el Daesh
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