viernes. 29.03.2024

El tenista Rafa Nadal ha hecho más grande su leyenda al ganar al austriaco Dominic Thiem en la final de Roland Garros por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1. Es la duodécima copa de Mosqueteros que conquista el español y el decimoctavo grand slam de su carrera, a sólo dos de Roger Federer (y tres más que Novak Djokovic). Quince años después de su primera victoria sobre la tierra batida de París, Nadal necesitó de tres horas y un minuto para escribir una nueva página de su historia y supera a la australiana Margaret Court, que había ganado once veces el Open de Australia entre 1960 y 1973.

Nadal ha estado prácticamente intratable en esta final ante Thiem, contra el que jugó ya en 2018 en el mismo escenario. En el primer set cedió un break, el segundo set sí fue para el austriaco, pero los dos últimos se los llevó de manera contundente e intratable, sin ceder su servicio y realizando una decena de juegos en blanco. Thiem jugó muy bien, pero es insuficiente para estar a la altura del mejor jugador en la historia del tenis sobre tierra batida.

Cuando a Thiem se le fue larga la bola que sirvió para que Nadal ganara, este soltó la raqueta, se tiró al suelo y se llevó las manos a la cara, en un gesto que tantas veces hemos visto. El ritual siguió en una carrera para saludar y dar un abrazo a su rival de 25 años (quien cogerá el testigo cuando Rafa quiera) para dejar la raqueta en el banco y regresar al centro de la pista y levantar los brazos. Ahí, cuando analizó lo sucedido, se puso a llorar y tapó su rostro con la camiseta y sus manos. Tardaría más de lo normal en volver al banco para que comenzara el turno de la minientrevista y que la organización comenzase a desplegar el podio para la ceremonia de la entrega de trofeos.

Cerró los ojos cuando levantó la duodécima que le entregó Rod Laver. Y también, por duodécima ocasión, hizo sonar el himno español en la Philippe Chatrier. Aplaudieron sus padres, su hermana, su futura esposa, su actual staff -Carlos Costa, Carlos Moyá, Francisco Roig, el doctor Cotorro- y su tío Toni Nadal, gran culpable de este éxito insólito en la historia del deporte. También estaban presentes el rey emérito Juan Carlos I y la Infanta Elena.

"Eres un ganador increíble. Enhorabuena" y, con resignación y una sonrisa, cedió el micrófono a Rafa el subcampeón Dominic Thiem. "Tienes un muy buen equipo, enhorabuena por todo esto", respondió Nadal a los halagos del austriaco, antes de comenzar a dar las "gracias a la organización y a todo mi equipo. Hace poco no sabía ni siquiera si podía volver a jugar este torneo, así que si estoy aquí es gracias a vosotros, por vuestro apoyo en los momentos más difíciles". Por último, agradeció también al público y señaló un: "Espero que nos veamos el año que viene". Y el público, comenzó a gritar "¡Rafa, Rafa!". Nadal y Roland Garros es una historia de amor difícil de superar.

Rafa Nadal gana Roland Garros de manera aplastante
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