jueves. 28.03.2024

Viviendo en una tesis

"Una tesis no es solo el esfuerzo intelectual que lleva a un producto académico sino también todo el aprendizaje que ha supuesto a nivel personal"
Ilustración Pablo del Castillo

Acabo de poner el punto final a mi tesis doctoral. Es un punto muy significativo porque no marca el final de nada, y para ponerlo se tiene que asumir algo esencial desde mi punto vista: que lo que presentas y defiendes eres tú, valiosa en su imperfección, criticable, siempre mejorable.

Habrá quien se pregunte: y esto de escribir una tesis, ¿en qué consiste? Pues no creo que sea algo que se pueda definir de forma tajante. Cada una es un mundo dependiendo de la disciplina y de las motivaciones personales del individuo que batalla detrás. Cada campo de conocimiento tiene sus formas de evidenciar que lo que se está aportando es un producto del pensamiento empírico y racional. Cada rama de ese campo tiene además sus tradiciones, más o menos rígidas dependiendo de su tiempo de desarrollo. Cada individuo se mueve en este mundo motivado por distintas aspiraciones, más o menos éticas, me refiero a la ética profesional, algo que por cierto no se enseña y creo que se debería.

El tema de la joven investigadora es de especial interés, y esto es así entre otras cosas porque soy yo quien manda en este discurso, y esto es algo que, afortunadamente, no suele suceder en el mundo académico, donde el conocimiento es consenso. Lo que decía, una joven investigadora adquiere el compromiso consigo misma, con la universidad, con el Estado y con la humanidad si hace falta, de aportar un conocimiento útil para sí misma – el lugar de uno mismo que ocupa en su tesis tiene sus grados –  y supuestamente también para otras personas o colectivos. La palabra 'útil' aquí es muy discutible, porque últimamente da la sensación de que solo es útil aquello que lo es en sentido técnico, y eso invalidaría mi tesis desde sus cimientos, pero no los de muchas otras, absolutamente necesarias por otro lado.

El proceso que lleva a cumplir con el compromiso adquirido suele ser una negociación entre lo que se espera, lo que se quiere y la fortuna. Para mí es imprescindible un equilibrio de fuerzas en esta negociación, aunque es cierto que es más fácil hablar de equilibrio que alcanzarlo, pero creo que una tesis no es solo el esfuerzo intelectual que lleva a un producto académico sino también todo el aprendizaje que ha supuesto a nivel personal. No me refiero con esto a posicionarse ante la existencia necesariamente, sino por ejemplo a forjar la valentía para defender los criterios propios desde una posición coherente con unos principios y siendo permeable a la crítica.

Tras estos años de búsqueda y hallazgo fortuito de datos y de reflexiones, de aprendizaje colectivo y de autodidactismo, luchando por una conquista desde dentro de mí misma, si tuviese que sacar unas conclusiones que no pueden figurar en el convencional formato serían: lo importante para escribir una tesis es establecer unos principios éticos fundamentales, hacer el ejercicio continuo de calibrar la mirada con la que se quiere observar lo perceptible e imperceptible, decidir hasta qué punto está una dispuesta a arriesgar en la empresa y asumir la responsabilidad de las consecuencias de todas esas decisiones previas. La única certeza que he obtenido en todo el proceso es que es un lujo poder asomarse al inexistente abismo.

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Ilustración: Pablo del Castillo. Blog masmurales

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