jueves. 28.03.2024

Mejora la relación con tus padres

"Por primera vez, a los 23 años, no veía a mis padres como esos seres perfectos a los que siempre había idolatrado"

Hace unos días que volvía por tierras emiraties y en una conversación con amigas acabamos hablando sobre crecimiento personal, autoconocimiento y bienestar. ¡Bien! ¡Mi tema! No creáis que es tan sencillo encontrar personas con las que conversar sobre estos asuntos y más cuando el 70 por ciento de los asistentes trabajan para la misma empresa. Concretamente, salió a la palestra con una de las chicas el asunto de cómo yo había mejorado la relación con mis padres desde que empecé a despertar de mi inconsciencia. Ahora, por un mes, estaré de nuevo bajo su mismo techo -el de mis padres- y, aunque reconozco que en el fondo continuo siendo la misma Marta, con sus mismos traumas, miedos e inquietudes, estoy orgullosa por todo lo que he conseguido; desaprender, aprender, sanar y trascender. A la vez, soy diferente por dentro y por fuera; cambié la forma de relacionarme conmigo misma, de comportarme frente a la vida. No soy perfecta -mi abuela siempre me dice cuando se enfada conmigo que me lo creo y supongo que será algo que proyecto de alguna manera si ella lo percibe así-, pero me acepto como soy en mi búsqueda de ser mejor cada día.

Recuerdo que con respecto a este tema de los padres, para mí fue determinante un vídeo en YouTube de mi querido Borja Vilaseca que se titula ‘Ama a tus padres para liberarte de ellos'. Hablé con mi amiga Isa -fue quien me recomendó que escuchara a Borja- y me comentó que había sido una de las conferencias más reveladoras. Tras ver el vídeo, pensó que el seguir viviendo en casa de sus padres tenía un propósito: sanar la relación con su familia. Al poco tiempo, lo vi -el vídeo- y me entusiasmó. Si no lo has hecho aún, te animo a que lo mires si es que te estás replanteando este aspecto de tu vida. Me hizo darme cuenta de muchísimas cosas, analizar el cristal a través del que miraba a mis padres y me comportaba con ellos; no lo hacía desde el amor, sino desde la exigencia, de un querer que fueran como yo esperaba.

El vídeo comienza con una frase de Clay Newman que dice “mata a tus padres con el cuchillo del amor”. Dejadme traer un recuerdo. Cuando comencé a vivir con mis padres en Emiratos Árabes, después de muchos años de haberlo hecho fuera y aunque, según me cuenta mi padre, nunca habíamos permanecido tanto tiempo separados como estos últimos seis meses, empecé a ver sus defectos. Por primera vez, a los 23 años, no veía a mis padres como esos seres perfectos a los que siempre había idolatrado. Por primera vez, los bajé del mundo de los dioses y les di carácter mortal. Era muy egoísta, porque si bien los empecé a considerar mortales, personas, yo buscaba que fueran perfectos para mí y como obviamente no lo eran, los castigaba con mi actitud. Pasé a tener conflictos continuos por el hecho de que vivíamos juntos, trabajábamos juntos y además, eran mis padres. Ahora, soy consciente de que tenía el foco puesto sólo en aquello que yo creía hacían mal, como he dicho antes, no actuaba desde el amor, sino desde el ego.

Después de varios años así y de ver el vídeo que os he mencionado más arriba, empecé a analizar qué era eso que yo podía empezar a cambiar para mejorar nuestra relación y aliviarnos así a los tres de momentos de tensión y malestar que no tenían ningún sentido.

Modifiqué mis lentes; si bien los había bajado a la humanidad, tenía que entender que esas personas habían tenido su propia infancia, adolescencia, sus propios padres, traumas, miedos, experiencias de vida, que contaban con una personalidad diferente a la mía, amarlos por lo que eran, personas; ser mis padres era solo una de las características de sus vidas.

Cambié sus nombres en los contactos de móvil, ya no eran ‘papá’ y ‘mamá’, sino Rafael y Amelia. Esto me ayudó a sacarlos aún más del molde de "padres a los que debo exigir".

Comprendí que tenía que empezar a aceptarlos y amarlos tal como eran y por lo que eran, las personas que me habían dado la vida, sin más exigencias que esas.

En mi interior, comencé a agradecer su labor como padres durante todos estos años, su apoyo a todos los niveles, su haber intentado estar para mí y criarme de la mejor manera que supieron. También por su amor incondicional y por aceptarme ahora que yo sabía quién era, por lo que era, sin máscaras ni expectativas.

Logré dejar de culparlos; ellos seguían haciendo todo lo que podían por mí, porque yo estuviera feliz, pero ahora me tocaba a mí tomar las riendas de mi vida y ser responsable de lo que hacía y de lo que no.

Fui consciente de que podía construir una vida que no tenía que ser aprobada ni bendecida por mis padres, que no siempre me iban a dar las respuestas que esperaba de ellos, ni los consejos que yo consideraba adecuados, me darían los suyos, los que según su parecer, eran los mejores. 

Comprendí que si me querían, entenderían mis decisiones aunque no fueran las que ellos escogerían. Ya no esperaba más agradarlos, llenar sus vacíos, cumplir sus sueños. Ahora tocaba cumplir los míos.

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