jueves. 28.03.2024

Un día, hace poco más de un año mientras se duchaba, Juliana notó un bulto en uno de sus pechos. Al principio no le dio la mayor importancia, pensó que podía ser una calcificación y no se alarmó. Aunque llevaba cuatro años sin hacerse una mamografía, a sus 80 años creía superada la probabilidad de desarrollar un cáncer de mama. Sin embargo, acudió al médico aconsejada por su hija y las pruebas confirmaron el diagnóstico que nunca se espera oír: Juliana tenía no uno sino cuatro tumores en el pecho. Lo que vino después fue una batalla contra la enfermedad que Juliana ganó con varias armas invencibles: una enorme positividad, el cariño de su familia y la profesionalidad de la sanidad pública española.

Chiqui, como con cariño llaman a Juliana Manso todos los que la quieren, nunca se dejó vencer por el miedo. “No lo tomé como algo trágico, estoy familiarizada con el cáncer porque he tenido muchas amigas que lo han pasado, y mucho más peligrosos que el mío; además he trabajado en el cuerpo de enfermería y he visto muchas personas que lo han pasado y han salido de ello”, relata en una entrevista concedida a EL CORREO DEL GOLFO. Esa actitud positiva marcó su cara a cara con la enfermedad desde el mismo momento en que hizo frente a la lógica inquietud de sus hijos y amigas, a quienes no dudó en asegurar que todo saldría bien.

“El mérito del éxito hay que asignárselo a cada uno de los profesionales del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla en Cantabria, encabezados por el doctor Jimeno”

Hoy, Día Internacional Contra el Cáncer de Mama, en el mensaje de Chiqui no puede tener cabida otra cosa que no sea la esperanza. “La palabra cáncer aterra, pero yo pienso que no hay que tener terror al cáncer, hay que afrontarlo, porque se sale adelante, hoy es más fácil”, asegura la española, que reside en Santander. Por ello, a quien reciba el temido diagnóstico Chiqui le pide que “no se deje influenciar mucho por la palabra en sí”. Hay fundamentos de peso que justifican afrontar la enfermedad con optimismo. En este sentido, recuerda que “hoy en día se erradica el 85% del cáncer y la quimio no es tan agresiva, porque se aplica la dosis adecuada para la proporción de tu enfermedad, mientras que antes arrasaba con todo, con lo malo y con lo bueno”.

Tras la extirpación de los tumores, Chiqui no necesitó someterse a quimioterapia pero sí pasó por una veintena de sesiones de radioterapia. A la primera, reconoce, entró con incertidumbre. “El primer día estás a la expectativa, con el aparatito rondando como un ovni, sin moverte, eso te hace estar un poco tensa”, señala. En las sesiones posteriores, dice, empezó a relajarse. “Procuras centrar tu mente en otra cosa; dije, voy a escribir mentalmente un libro, cada día un párrafo”, apunta con simpatía.

Aunque la mente jovial de Chiqui fue fundamental para el desarrollo de todo el proceso, mantiene que el mérito del éxito hay que asignárselo a cada uno de los profesionales del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla en Cantabria, encabezados por el doctor Jimeno. La reinosana  sostiene que en todo momento se sintió “continuamente atendida por un equipo fabuloso”. Este hospital, perteneciente a la red de la sanidad pública española, “es una joya, está a la cabeza en investigaciones, es uno de los mejores del mundo, pionero en trasplantes de corazón, tiene una de las mejores escuelas de enfermería… Los últimos avances están aquí, en Santander”, como en otros muchos hospitales de la sanidad española, según asegura Juliana con rotundidad y emoción. La sanidad pública española, dice, no tiene nada que envidiar a otras más afamadas en el tratamiento de la enfermedad. Además de su tecnología puntera, Chiqui hizo uso de la atención esmerada que le brindaba el hospital, que podía solicitar las 24 horas del día.

“Estoy muy bien arropada, somos familia numerosa y estamos muy unidos y siento como si la enfermedad, que es solo mía, la hubiese compartido con mi familia, como si la llevaran ellos”

Chiqui Manso ha demostrado que con su fortaleza, vitalidad y optimismo el cáncer no es enemigo para ella. (Cedida)En su familia encontró otro pilar imprescindible para escribir el final feliz de su libro. “Estoy muy bien arropada, somos familia numerosa y estamos muy unidos y siento como si la enfermedad, que es solo mía, la hubiese compartido con mi familia, como si la llevaran ellos”, confiesa Chiqui, que es consciente de que pasar por la enfermedad en soledad tiene que ser totalmente diferente. “Yo he tenido mucha suerte, estoy muy arropada y es una gran ventaja para mí, que ya soy de por sí de carácter optimista, pero no todos somos igual”, explica.

A todas esas personas que están solas, Chiqui las anima a aprovechar los recursos disponibles a su alcance y apunta que también ella pasó por momentos en los que su moral estaba más baja. Recurrió entonces a la atención psicológica del hospital, donde pudo descubrir con claridad su fortaleza y que el haber pasado por “cosas más importantes” en su vida le han hecho afrontar el cáncer “como si estuviera preparada” para ello.

Chiqui admite que a pesar de dar la batalla por ganada “siempre hay puntos suspensivos” en la lucha contra el cáncer. “Todo se cobra su tributo”, cuenta y explica que tendrá que tomar durante cinco años unas pastillas que, lógicamente, presentan contraindicaciones. Sin embargo, tiene claro que esta enfermedad hay que encararla sin “extremismos”, ni en un sentido ni en otro. Es decir, “sin demasiada seriedad pero sin descuidarse”.

En este sentido, considera vital no olvidar que para frenar a tiempo el cáncer hay que dar un sitio de honor a la prevención y hacer caso a las recomendaciones que aconsejan una autoexploración de las mamas frecuente. En su caso, remarca, esta medida fue fundamental para descubrir a tiempo la enfermedad. “Hay quien dice ‘yo no quiero ni tocarme, qué miedo’, pero eso es absurdo, hay que afrontarlo, porque palpes no vas a hacer que aflore el cáncer si no lo tienes, te debes autoexaminar”, aconseja sin titubeos.

“He aprendido a no desaprovechar ningún momento que se me brinde”

Otra enseñanza que Juliana ha extraído de este capítulo de su vida es que no se puede dejar pasar ninguna oportunidad de ser feliz. Cuando recibió el diagnóstico, Juliana planeaba como cada año sus vacaciones con toda la familia y todos pensaron que lo lógico era anularlas, pero ella no quería hacerlo. “Me parecía frívolo preguntar al médico por las vacaciones, pero lo hice y él me aconsejó que siguiera adelante, le pareció fenomenal” y convenció a la familia para seguir adelante con las vacaciones, relata.

En pleno proceso de la enfermedad Juliana volvió a hacer la maleta para viajar a Dubai y asistir a un homenaje a su hijo Arturo. Los dos viajes, asegura, “han sido los mejores” de su vida. “He aprendido a no desaprovechar ningún momento que se me brinde”, asegura Chiqui, dispuesta a encarar con energía los muchos capítulos de su vida que le quedan por escribir.

Juliana Manso: “No hay que tener terror al cáncer, con optimismo y el apoyo de tus...
Comentarios