jueves. 28.03.2024

Si solo le interesa Nueva York por sus monumentos (colas y entradas caras), sus grandes edificios (le faltan dos de sus más icónicos desde 2001), sus restaurantes (el precio y la propina son astronómicos en la mayoría) o sus escenarios de película (actualícese, cualquier ciudad hoy en día es susceptible de albergar una buena película), este artículo no es para usted. Aquí va a recalcarse el atractivo de dos verdaderos templos mundiales de la lectura, uno de ellos camuflado durante décadas por otros grandes edificios de la Quinta Avenida, el otro, una tienda aparentemente insignificante en una esquina de Little Italy. El primero de los sitios es la Biblioteca Pública de Nueva York, el segundo local es Mulberry Iconic Magazines.

Puede que suene friki, pero uno de mis primeros objetivos en Nueva York era hacerme con una edición del New York Times, que en la Gran Manzana cuesta tres dólares y en el aeropuerto de Amsterdam -uno de los pocos puntos donde la edición americana se vende en Europa- hasta 20 dólares en un día laborable; y por supuesto entregada con días de retraso. Cuando aún estábamos buscando nuestro hotel, entramos en una cafetería de una afamada cadena americana y, cuando vi un puesto metálico con tres números del principal periódico de Nueva York, mi mirada se concentró -abstraída, hambrienta- en el periódico. Entonces, el dependiente de la cafetería, con mucho humor, me dijo ''you can take that for free, it's no news anymore'' (puedes llevártelo gratis, eso ya no son noticias). Este bonito regalo, cuando aún no se había puesto el Sol, choca con lo que ocurrió un par de días después en la calle Mulberry.

La Biblioteca Pública ha aparecido en numerosas películas, y su arquitectura ya la hace digna de ser fotografiada millones de veces -como de hecho ocurre cada día-. Pero se tiende a pensar que esta biblioteca está cerrada al público o restringida a sus miembros, cuando nada hay más lejos de la realidad. El edificio cuenta con una planta baja y tres pisos superiores. En el primer piso se sitúa la colección de mapas más grandes del Mundo -10.000 solo de Nueva York- y la pequeña tienda de souvenirs vende algunos bonitos por seis dólares. También en el primer piso está la Hemeroteca DeWitt Wallace, que siempre está llena de estudiantes envueltos en una nube de silencio. El vestíbulo Astor es tan imponente que le hace olvidar a uno que la segunda planta sí está reservada a despachos de la administración. Sin embargo, una vez en la tercera planta, le espera al visitante la bonita Rotonda McGraw -una galería propia de un museo europeo- y la Sala Principal de Lectura, un impresionante salón tan grande como un campo de fútbol americano.

Más pequeña pero no menos impresionante es la tienda de revistas y periódicos de Iconic Magazines, en la calle Mulberry. Siendo una de las escasas tiendas que abren un domingo por la mañana en Little Italy, el famoso barrio italiano de Nueva York, los dependientes no pueden quejarse de la falta de asistencia. Aunque quizá puedan protestar en su fuero interno por los bajos salarios, pues de otra manera no me explico que esta tienda haya sido la primera vez en que haya regateado por una revista. Les he mencionado antes la situación del regalo en la cafetería. Pues bien, en este negocio, había propuesto a los dependientes -indios y paquistaníes- que me regalaran una revista de suplemento que yacía en una columna solitaria entre el atestado suelo, una revista que no mostraba ni fecha ni precio, y el vendedor me pidió 10 dólares, que es más de lo que cuesta el Washington Post un domingo. Al decirle que podía darle cinco, me bajó a nueve. Surrealista.

La tienda dispone de revistas sobre todo de fotografía, vivienda, diseño, sociedad y arte, la mayoría costando más de 20 dólares la unidad. Es difícil recorrer el pasillo en forma de cuadrado, pero se hace con gusto por ese fuerte perfume embriagador de la prensa de papel. No dejen de acudir a este local, aunque sea para hacer un cursillo intensivo de regateo antes de adentrarse, unos centenares de metros calle arriba, en la más agresiva y competitiva calle Canal. 

Los dos grandes templos de la lectura en Nueva York
Comentarios