domingo. 28.04.2024

El 27 de diciembre de 1930, apareció en Chile un nuevo periódico. El rotativo apenas tenía 16 páginas y una extraña composición. Se podía leer por el principio, pero también por el final. De izquierda a derecha, la publicación se llamaba ‘La Reforma’. Pero si se iniciaba su lectura por la parte de atrás, el periódico estaba escrito en árabe bajo la cabecera de ‘Al Islah’. En realidad, se trataba de la misma publicación pero bilingüe.

Acababa de nacer el periódico más importante que editó en Chile la emergente comunidad árabe, que, desde finales del XIX, emigró en continuas oleadas a Latinoamérica procedente de Oriente Medio. ‘La Reforma’ venía acompañada de un subtítulo: ‘Semanario social, cultural y literario de la colectividad árabe en Chile’. Y sus primeras frases impresas fueron las siguientes: “Nuestra primera palabra. Entregamos a la circulación el primer número de este periódico, que viene a llenar una sentida necesidad en el seno de la colectividad árabe en Chile”.

Su declaración de principios estaba clara. Era un periódico de la comunidad árabe, dirigido por un inmigrante llamado Jorge Sabaj para defender sus derechos y cubrir un espectro informativo que no ocupaba la prensa local. Y añadía: “La defensa legal y respetuosa de los inalienables derechos nacionales que corresponden a los hijos de la raza árabe está constantemente unida a la necesidad de informar sobre la lejana patria”.

La lejana patria. La mayor parte de los árabes que abandonaron el Imperio Otomano a finales del siglo XIX para recalar en Chile procedían de Palestina y eran cristianos. Concretamente de Belén y Bayt Sahour. Muchos constituían ya la segunda y tercera generación. Los primeros años fueron extremadamente duros. Se buscaron la vida como vendedores ambulantes y sufrieron la implacable discriminación de una sociedad que no entendía ni una palabra de la críptica lengua que hablaban los recién llegados.

“La prensa de la época decía que los árabes ensuciaban el paisaje”, afirma el investigador Alberto Benjamín López Oliva, autor de ‘Memoria e Identidad. La diáspora árabe en Chile a través de su prensa’. Le afeaban su forma de vestir, sus extravagantes costumbres y su pobreza. “Era un colectivo muy mal visto entonces”, señala el arabista, formado en la Universidad de Granada y actualmente residente en Líbano.

Jorge Sabaj, en una imagen de 'Mundo Árabe'.
Jorge Sabaj, en una imagen de 'Mundo Árabe'.

Los inmigrantes orientales se fueron integrando poco a poco y ascendiendo en la escala social gracias a su audacia empresarial y a la renuncia paulatina de algunas de sus señas de identidad. Por ejemplo, de la lengua árabe. “Había una discriminación muy fuerte. La turcofobia”, asegura López Oliva. A los árabes que llegaban a territorio chileno los llamaban despectivamente ‘turcos’ porque venían con pasaporte del Imperio Otomano.

Y los padres se esforzaron para que sus hijos no sufrieran el mismo desprecio social que ellos habían padecido. “Entonces los matriculaban en colegios nacionales donde se hablaba español y fueron abandonando el árabe”. Hay un artículo muy famoso de aquellos años titulado precisamente ‘No hables en árabe’, que recomendaba a las nuevas generaciones renunciar a su lengua de origen si querían prosperar y escapar del estigma.

Y así fue. De hecho, ‘La Reforma’ ya se publicó en versión bilingüe y no tardará mucho en abandonar el idioma semítico. El periódico dirigido por Jorge Sabaj no fue el primero editado por la comunidad árabe en Chile. El pionero vio la luz en 1912. Y entre esa fecha y 1950 se llegaron a publicar hasta 32 periódicos vinculados al colectivo palestino. “Los primeros fueron íntegramente en árabe”, puntualiza López Oliva. Poco a poco aparecieron las ediciones bilingües para acabar saliendo solo en español. La mayoría de los rotativos árabes tuvieron una existencia efímera. Era muy difícil sostener el coste de las cabeceras para un segmento de lectores que, en realidad, era bastante limitado. ‘La Reforma’ fue el periódico árabe más duradero. Prolongó su vida durante doce años.

La influencia del periódico fundado y dirigido por Sabaj no se limitaba a Chile. También se leía en Argentina, Bolivia y otros países sudamericanos. A todos ellos, llegó la emigración árabe en diversas oleadas, aunque ninguno mantiene una población de origen palestino tan numerosa y comprometida. La población original, sin embargo, arroja números muy discretos. Un censo elaborado en los años 40 por un periodista sudanés y Jorge Sabaj sitúan el colectivo mediooriental en no más de 15.000 personas. Actualmente, la comunidad palestina en Chile está cifrada en aproximadamente medio millón.

Jorge Sabaj Zurob nació en Beit Jala. Fue docente y enseñaba árabe y griego en una escuela ortodoxa de Palestina. En Chile, comenzó a trabajar como vendedor ambulante, antes de iniciarse en el mundo del periodismo como corresponsal de varias publicaciones árabes. Su influencia en la comunidad de origen palestino en Chile ha sido enorme. En 1962, el Gobierno chileno lo nombró Caballero de la Orden al Mérito y acumula hasta ocho condecoraciones oficiales, entre ellas las otorgadas por los gobiernos de Egipto, Siria y Jordania.

Jorge Sabaj, a la izquierda, junto al escritor Yaqub Al Awdat.
Jorge Sabaj, a la izquierda, junto al escritor Yaqub Al Awdat.

‘La Reforma’ se levantó, en cierta medida, sobre las ruinas de ‘Al Watan’ [La Patria], otro periódico en árabe que fue clausurado dos años antes. De hecho, Jorge Sabaj compró su imprenta al fundador Issa Khalil Daccarett. ‘Al Watan’ inició sus publicaciones en enero de 1920 y logró sobrevivir, aún con muchas dificultades, hasta 1928. La lengua principal utilizada fue el árabe aunque también se incluían colaboraciones en español, generalmente de contenido político, social y cultural. Hasta la aparición de ‘La Reforma’, había sido el periódico árabe más longevo de los publicados hasta entonces en Chile.

La comunidad palestina radicada en el país andino seguía con sumo interés la situación de Oriente Medio y el avance del sionismo en la que fue su tierra de origen. La revuelta árabe de 1936-39 tuvo un eco muy potente entre los inmigrantes y así se reflejó en las páginas de ‘La Reforma’. “Era un colectivo muy activista”, señala López Oliva. “Prestaban ayuda a Palestina gracias a su buena posición económica”. El autor del libro ha estudiado los discursos nacionalistas que emergieron con fuerza frente al colonialismo británico y francés de principios del siglo XX. En la década de los treinta cobraron vuelo las teorías panarabistas, que propugnaban una única nación árabe desde Marruecos al Golfo. “Muchos de los pensadores panarabistas eran cristianos ortodoxos, defendían la ‘umma’ [comunidad] y apostaban entonces por una nación secular”, apostilla.

A finales de los años 30, el periódico de Jorge Sabaj cayó en desgracia. ‘La Reforma’ se posicionó a favor de Alemania y frente al Imperio Británico, que patrocinaba ya de una forma inequívoca la creación de un Estado judío en Palestina. El rotativo fue incluido por Estados Unidos en la lista negra y perdió toda fuente de financiación publicitaria. “Las empresas no querían anunciarse en el periódico”, indica López Oliva. Y en 1942 se ve obligado a echar el cierre. Hasta 1946 se mantuvo la cabecera fuera de juego. Y en 1947 apareció nuevamente bajo la denominación de ‘Mundo árabe’, también dirigido por Jorge Sabaj.

El periódico fundado por el docente palestino, ahora en su nueva versión, logró superar todos los contratiempos del siglo XX hasta incluso el fallecimiento de su propio creador. El último número se publicó el 31 de diciembre de 2014. Y su ejemplar, como todos los demás, se puede consultar en el archivo digital de una sorprendente epopeya árabe que aún late en el corazón de América Latina.

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