sábado. 27.04.2024

Carmen Ruiz Bravo (Cantabria, 1947) fue la primera sorprendida de la concesión del Premio Amistad por su prolífica dedicación al conocimiento de la lengua árabe en España. Ni siquiera tuvo noticias de la convocatoria de esta primera edición patrocinada por Casa Árabe, la más importante institución española en la divulgación y defensa de la cultura araboislámica. El galardón fue hecho público el lunes 18 de diciembre, Día Internacional de la Lengua Árabe, en una breve alocución audiovisual difundida en las redes corporativas por la directora, Irene Lozano.

“Estoy contenta, pero también sorprendida”, asegura en conversación telefónica con EL CORREO DEL GOLFO. La prestigiosa arabista se sintió feliz hasta con el nombre elegido para el premio. “Buena falta hace que haya una buena relación amistosa con nuestros vecinos árabes”, declara. El jurado, presidido por Irene Lozano, ha destacado su larga trayectoria académica dedicada al estudio, investigación y divulgación de la lengua árabe, en particular sus aportaciones a la metodología de la enseñanza.

Nacida en el Valle de Toranzo (Cantabria), Carmen Ruiz Bravo contactó con la lengua árabe en los cursos comunes de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, donde se matriculó en 1964. El árabe era una asignatura optativa, impartida por un joven Pedro Martínez Montávez, uno de los grandes referentes del arabismo español recientemente fallecido. “El profesor Montávez ha sido el maestro con el que yo aprendí lengua y cultura árabe”, subraya. Fue en ese momento cuando Ruiz Bravo tomó “conciencia” de la atracción que la lengua semítica ejercía sobre ella.

Martínez Montávez dirigió sus primeros pasos en el aprendizaje del idioma y en el conocimiento de la historia y la literatura árabe. “Nos proponía una serie de lecturas de autores clásicos y modernos para que hiciéramos un pequeño comentario”. En esos años leyó los poemas de Nizar Qabbani, traducidos por el propio Montávez, y los arábigo andaluces, publicados por otro insigne arabista español, Emilio García Gómez. “Entonces me sorprendió muchísimo que una literatura, un pensamiento, una estética y una sensibilidad como la de los árabes apenas la conociéramos en España. Y que una cultura tan relacionada con nuestra historia y nuestros vecinos geográficos estuviera casi como tapada”, reflexiona Ruiz Bravo.

Carmen Ruiz Bravo, con Mahmud Sobh y Pedro Martínez Montávez
Carmen Ruiz Bravo, con Mahmud Sobh y Pedro Martínez Montávez.

La secular marginación en España de la historia árabe, en opinión de la premiada, es una “secuela histórica”. “Hemos tenido una relación de confrontación y, al mismo tiempo, de encuentro. Y se arrastra todo un pasado de desconfianza y de no reconocimiento, a la vez que de atracción por lo desconocido en el mal sentido orientalista”, explica. “A mí me ha atraído lo árabe pero siempre he buscado reflexionar, conocerlo y meditar sobre su significado”.

Todos aquellos libros que empezó a leer le abrieron el horizonte. Y ese mismo verano del 65 viajó a Granada con un profesor de arte. “Pasamos por Andalucía y conocimos todo aquel patrimonio andalusí”, recuerda. Poco después viajó por primera vez al “sorprendente” Marruecos, donde fue recibida de manera “muy amistosa y cordial”. Su inmersión en la cultura árabe le produjo una intensa curiosidad y la lengua le pareció desde el principio un idioma “sugerente” y “lleno de matices”.

Pedro Martínez Montávez fue un referente fundamental para su generación. Pero no únicamente. Barcelona, Granada y Madrid fueron el eje del arabismo en los años cincuenta y sesenta. Y Emilio García Gómez fue un maestro omnipresente “tanto para seguirlo como para distanciarse de algunos aspectos de sus postulados”. Barcelona se destacó por la historia de la ciencia, con Joan Vernet como uno de sus máximos exponentes. “Vernet era muy importante porque vino a resaltar esa idea de que los árabes potenciaban la ciencia y constituían un eslabón necesario entre Oriente y Occidente”.

En Granada, destacaba Bosch Vilá y Darío Cabanelas, que se movió en el terreno de la historia andalusí. “El padre Cabanelas ha marcado muy positivamente nuestro arabismo en la historia del pensamiento porque reflexionó sobre la relación del mundo cristiano con el islam. Fue un hombre muy adelantado teniendo en cuenta su contexto histórico”. Vilá se abrió al mundo árabe contemporáneo, sin dejar de prestarle atención a Al Andalus. Ruiz Bravo también tiene palabras de recuerdo para Miguel Cruz Hernández, María Jesús Rubiera y los hispanistas egipcios Al Ahwani y Mahmud Ali Makki.

Carmen Ruiz Bravo, junto a Luisa Mora, directora de la Biblioteca Islámica.
Carmen Ruiz Bravo, junto a Luisa Mora, directora de la Biblioteca Islámica.

Nada más terminar sus estudios de semítica, Carmen Ruiz Bravo se vinculó con la universidad, mientras realizaba estancias temporales en Líbano, Siria y Egipto. Centró su tesis doctoral en el nacionalismo árabe y la controversia entre la doctrina localista y unionista, muy candente en aquellos años. Entonces aún no había eclosionado el “islamismo puritano y reaccionario”, que se ha impuesto en las últimas décadas. “El fracaso de los postulados nacionalistas laicos ha desembocado en una reacción de carácter islamista”, afirma.

Y lamenta que los estudios centrados en el mundo árabe contemporáneo hayan sufrido un frenazo ante la imposibilidad de viajar sobre el terreno a muchos países cuya seguridad hoy no está garantizada, como Libia, Irak, Palestina o Siria. “Nuestro seguimiento de la cultura árabe contemporánea se ha hecho más difícil en las últimas décadas porque se han producido continuas guerras y es complicado acceder”.

La tragedia de Gaza le preocupa profundamente. “Para mí, era la historia de una muerte anunciada”, sostiene. Todas las concesiones palestinas tras los acuerdos de Oslo no vinieron acompañadas del cumplimiento de sus compromisos por parte de Israel, señala. “La parte sionista no ha hecho más que llenar de muros y colonos ocupantes los territorios ocupados”, lamenta. “Y es tremendo lo que se está viviendo ahora. Solamente hay alguna esperanza en ver a tanta gente que está despertando al observar un Estado hiperconfesional y segregacionista. Todos queremos que pare el bombardeo y el asedio, pero mucho me temo que el proyecto sionista va más allá de Gaza y Cisjordania. Israel constituye hoy una amenaza para cualquier ser humano. No estamos hablando de echar a nadie de ningún lado, sino de que esa forma de Estado tiene que transformarse”.

También es crítica con la tibia respuesta de las universidades españolas ante la destrucción sistemática de los campus académicos de Gaza y el asesinato de sus rectores. “La Conferencia de Rectores española se pronunció de forma genérica al principio. Pero hubiéramos querido una condena más tajante de toda esa acción que va encaminada a la aniquilación de los palestinos”, asegura la arabista galardonada. “Está pasando igual que con nuestras autoridades europeas, que están en una órbita de colaboración con Israel. Su pasividad o su complicidad son muy evidentes si se compara con las reacciones populares en la calle de gran parte de la población”.

El compromiso de Carmen Ruiz Bravo con el mundo árabe y su lengua ha marcado decisivamente su trayectoria académica e investigadora. Es autora de un buen número de traducciones y ensayos sobre la cultura araboislámica, que ahora ha recibido el reconocimiento de Casa Árabe en una efemérides particularmente simbólica. ¿Y qué le ha dado la lengua árabe como ser humano? “Ha sido la llave de otro mundo y otra cultura”, concluye.

“La lengua árabe ha sido la llave de otro mundo y otra cultura”
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