lunes. 06.05.2024

“En Occidente aún predomina la idea de superioridad moral sobre el mundo árabe”

A sus casi 89 años, el insigne arabista Pedro Martínez Montávez derrocha lucidez, sentido crítico y compromiso 
Pedro Martínez Montávez -izquierda-., junto a Federico Mayor Zaragoza, durante un acto organizado en 2006 por el Círculo Intercultural Hispano Árabe. (CIHAR)
Pedro Martínez Montávez -izquierda-., junto a Federico Mayor Zaragoza, durante un acto organizado en 2016 por el Círculo Intercultural Hispano Árabe, entidad de la que el insigne arabista es socio honorífico. (CIHAR)

Es el último de los grandes arabistas españoles. Autoridad indiscutible entre los especialistas, Pedro Martínez Montávez ha trazado una soberbia carrera científica jalonada de innumerables premios y reconocimientos, entre ellos el Sheikh Zayed otorgado en 2009 por Emiratos Árabes Unidos. Fue pionero en la traducción de poesía árabe moderna, pero su decisiva contribución a los estudios semíticos se cimentó en su determinación para ampliar sus márgenes, constreñidos hasta entonces en la erudición clásica y la investigación de Al Andalus. Martínez Montávez abrió los ojos del arabismo a la realidad contemporánea de un mundo árabe complejo y vibrante. Y a su análisis entregó una lúcida y fructífera producción ensayística. “Antes que arabista, he querido ser un hombre de mi tiempo”, asegura al otro lado del teléfono al borde ya de los 89 años este intelectual con mayúsculas.

¿Por qué semíticas?

Elegí semíticas por influencia de mi primer profesor de lengua árabe, el ilustrísimo don Emilio García Gómez. Me reveló un mundo que desconocía a mis 17 años y me atrajo profundamente, sobre todo, la lengua. Yo veía que el árabe tenía medios de expresión diferentes. Esa belleza de la escritura y la manera de interpretar la pluralidad. Y me fascinó.

¿Qué arabismo se encontró en los años 50 en la universidad española?

Era un arabismo muy académico. Y la Escuela de Estudios Árabes centraba entonces toda la actividad. Un arabismo erudito y científico, poco abierto a las cuestiones sociales y bastante alejado de las preocupaciones inmediatas, que desconocía la realidad del momento en el mundo árabe.

A usted se le reconoce precisamente haber sacado al arabismo de los márgenes del mundo clásico y los estudios de Al Andalus para traerlo al mundo contemporáneo. Cambió el paradigma del arabismo.

Me reconozco indudablemente en esa figura. Lo principal de mi obra es justamente haber abierto los estudios no solamente al mundo contemporáneo sino a los problemas sociales. Mucho antes de ser arabista me ha preocupado ser un hombre de mi época. Me gusta saber en qué tiempo vivo. Cuáles son sus problemas. Cuáles son sus necesidades. Cuáles son sus exigencias. Antes de arabista, soy un hombre de mi época.

¿En el arabismo y, en general, en la universidad española ha faltado conexión con los problemas reales de la sociedad y compromiso con la realidad?

Durante bastante tiempo ha faltado ese compromiso. Pero creo que con los últimos años se ha ido reduciendo y las últimas promociones de arabistas, hombres y mujeres, han intentado suplir esa deficiencia. Lo digo sinceramente. Las nuevas generaciones han intentado añadir las preocupaciones sociales y, sobre todo, intelectuales. Que lo hayan conseguido o no es otra cosa.

"Una de las grandes incapacidades del mundo árabe es intentar actuar solidariamente, no digo la unidad, porque eso es imposible, pero sí de una forma mucho más coordinada y estrecha"

Usted vivió en Egipto entre 1957 y 1962 en un momento del liderazgo de Gamal Abdel Nasser y el auge del nacionalismo árabe. Ese mundo ha cambiado radicalmente.

Y lo observo con mucha pena. En historia lo que importan son los procesos, que son lentísimos, larguísimos y muy cambiantes. Aquellos años de mi formación no académica los veo con una nostalgia tremenda y con la sensación de que no aprendí todo lo que tenía que haber aprendido. Entre las experiencias que saco es que una de las grandes incapacidades del mundo árabe es intentar actuar solidariamente, no digo la unidad, porque eso es imposible, pero sí de una forma mucho más coordinada y estrecha.

Martínez Montávez es categórico al afirmar que "el islamismo no se puede explicar sin el islam". (CIHAR)
Martínez Montávez es categórico al afirmar que "el islamismo no se puede explicar sin el islam". (CIHAR)

¿Cómo lo cambió a usted el contacto con el mundo árabe?

Descubrí un mundo que desconocía por completo. Llevaba una formación libresca y teórica, que en gran parte no respondía a la realidad sino al pasado, y me encontré de pronto con un pueblo que se comportaba como los demás: que sufría, que amaba, que intentaba hacer las cosas bien. Me encontré con una literatura que estaba en plena fase de renovación, desconocida para el resto del mundo. Y, aunque son dos fenómenos estrechísimamente vinculados entre sí, arabidad es una cosa e islam es otra. Y eso hay que distinguirlo. Y hay que saber cuándo actúan unidos y cuando las visiones del mundo que tienen son parcialmente diferentes.

¿El islamismo ha sustituido al nacionalismo como trinchera de reafirmación identitaria del mundo árabe?

No solamente lo ha sustituido, sino que ha terminado con él. Prácticamente el nacionalismo panarábigo no existe hoy. Hay que reconocer que cometió muchos errores sustanciales, que, en parte, explican la historia de su completa desaparición.

"Se va configurando una geopolítica diferente del mundo árabe. Y lo que podríamos llamar el “problema de Suez” empieza a ser sustituido por el “problema del Golfo” mal llamado Pérsico, porque podría llamarse Arábigo"

¿Por qué se ha producido el fenómeno del auge del islamismo y ocaso del nacionalismo?

Entre otras cosas, debido a un hecho indudable: el arabismo necesitaba un país adalid y ese país era Egipto. Al caer de alguna manera su peso y liderazgo, el nacionalismo sufre una erosión importante. Y, por otra parte, se va configurando una geopolítica diferente del mundo árabe. Y lo que podríamos llamar el “problema de Suez” empieza a ser sustituido por el “problema del Golfo” mal llamado Pérsico, porque podría llamarse Arábigo.

¿El empuje en las últimas décadas del islamismo político es una fiebre o una pulmonía?

Mire usted: el mundo islámico no se puede explicar sin el islam. Yo no soy un hombre creyente y quiero que se quede claro desde el primer momento. Pero el islam es una religión profundamente sentida por las personas que la siguen. En el mundo islámico no se ha producido el proceso de secularización que se fue produciendo en el mundo occidental. No entro ahora en la discusión de si eso fue bueno o malo. Todo eso, unido a fuerzas que son profundamente retardatarias del mundo islámico, hace que lo que es un fenómeno básicamente espiritual comprensible, dentro del contexto de la lucha anticolonial, se produzca de manera nociva para el propio islam y para los demás.

Siria, Irak y Libia, tres referentes del nacionalismo árabe, son hoy estados fallidos.

Libia no es referente del nacionalismo árabe a la altura de Siria o Irak. En absoluto. En Libia ha sido absolutamente marginal, al margen que transitoriamente lo representara el señor Gadafi. El auténtico corazón del nacionalismo panarábigo fue Siria. Y después otros muchos regímenes que se fueron añadiendo por imitación de un personaje que sí representó el panarabismo, como fue Gamal Abdel Nasser, que, a pesar de sus enormes fallos tácticos y estratégicos, ha sido la única gran personalidad política que ha tenido ese mundo.

¿De qué fue síntoma las primaveras árabes?

Fueron un fenómeno absolutamente necesario y se explican, sobre todo, por falta de libertad. El mundo árabe no ha gozado de la libertad que necesita y los pueblos han tenido que expresar esa carencia absoluta de libertad. Son movimientos completamente necesarios y absolutamente explicables, que tenían una complejidad interior enorme. Coincidían muchos movimientos muy diferentes en origen y expectativas en esas protestas, que no tuvieron elementos dirigentes que supieran encauzarlos. Pero no han terminado. La lucha por la libertad seguirá siendo prioritaria en los pueblos árabes.

¿Las primaveras árabes fueron una ocasión perdida?

Sin duda. Y, si no perdida del todo, muy mínimamente aprovechada.

¿Por qué no cuaja la democracia en el mundo árabe?

En primer lugar, porque la democracia no es perfecta. Y, en segundo lugar, porque la forma de democracia que ha llegado históricamente al mundo árabe desde el siglo XIX con los movimientos coloniales ha sido una forma de democracia para Europa y de falta de democracia para el elemento que lo recibía, que era justamente el mundo árabe. Si uno no tiene la claridad de explicarse que, entre otras cosas, el mundo árabe es un mundo de rechazo al fenómeno colonial y posteriormente al fenómeno neoimperialista, difícilmente verá otras cosas.

Pedro Martínez Montávez sitúa "el auténtico corazón del nacionalismo panarábigo" en Siria. (CIHAR)
Pedro Martínez Montávez sitúa "el auténtico corazón del nacionalismo panarábigo" en Siria. (CIHAR)

¿Qué cliché sigue predominando en Occidente sobre el mundo árabe?

El desconocimiento. La ignorancia. La idea de que existe una superioridad moral de Occidente, no solamente sobre el mundo árabe, sino sobre otros muchos mundos. Y la realidad de que entendemos la democracia y el buen gobierno de una manera para nosotros interna y la aplicamos hacia el exterior de manera diferente.

¿Y qué cree que han hecho los arabistas por neutralizar los prejuicios del viejo orientalismo?

El arabismo históricamente ha sido un movimiento erudito. De estudiosos. Y se ve desde el principio. El arabismo no empieza en el siglo XX. Es de siglos muy anteriores y muy apartados de lo que podríamos llamar la labor del arabismo social, del arabismo de las preocupaciones inmediatas, que debe ser tan científico como el otro.

Ha sido usted un intelectual comprometido con la causa palestina.

Sin duda.

¿La solución de los dos estados es hoy viable?

La solución de los dos estados a mí teóricamente no me gusta, porque no hace más que fraccionar la realidad política, pero es preferible a la única solución posible frente a ella, que es la de un estado único que no sé siquiera cómo se podría llamar.

No valora como viable la propuesta de un solo estado binacional.

Teóricamente es viable. Qué más quisiera yo. Pero no veo que se den ni los elementos ni las circunstancias apropiadas para que eso de verdad se produzca. Sería un estado aparentemente binacional indudablemente inclinado a lo que podríamos llamar el componente israelí.

"El enfrentamiento interior a todos los niveles es lo que ha hecho que la causa palestina haya ido perdiendo muchísimos enteros"

¿Qué recomendaría usted a sus amigos palestinos?

Lo primero es que no hubieran cometido la torpeza tremenda de disputar entre ellos. El enfrentamiento interior a todos los niveles es lo que ha hecho que la causa palestina haya ido perdiendo muchísimos enteros. Eso le recomendaría: ¡Por favor! ¡Dejaos de enfrentamientos internos!

¿En España conocemos la literatura árabe más allá de Naguib Mahfuz o Amín Maaluf?

En primer lugar, no sé si la literatura de Amín Maaluf puede ser calificada de árabe, pero esa es otra discusión. Yo creo que en España se está intentando desde hace mucho tiempo reflejar el presente y la actualidad de esa literatura. Y no puedo olvidar que el primer libro que apareció en Europa occidental sobre la poesía palestina de resistencia fue el del profesor Sobh, que hicimos conjuntamente. Poetas que no significaban para Europa prácticamente nada en los años setenta, como Nizar Qabbani, Abd Al Wahab Al Bayati o Adonis, fueron vertidos al español por mí desde aquellos lejanos años antes de a cualquier otra lengua occidental. Después vinieron todas las traducciones europeas pero España fue líder en ese momento. Y está mal que yo lo diga, pero Pedro Martínez Montávez fue un personaje que, en eso, se adelantó a su tiempo.

¿Faltan editoriales que se atrevan con autores árabes?

Evidentemente. Y es explicable que así sea, porque la persona que se juega su dinero necesita una compensación. Hay elementos como las redes sociales o las televisiones que se imponen y, al fin y al cabo, explican por qué de un mundo y de unos libros se habla y por qué de otro mundo y de otros libros no se habla.

Hay un muro de cristal para las letras árabes en España.

No hay un convencimiento suficiente sobre la literatura árabe, que está pasando por un largo periodo de crisis o de readaptación a la nueva realidad. Y sigue siendo vista de una manera inmerecida, como un fenómeno accesorio. Y, desde luego, lo que sigue interesando es una especie de neoorientalismo literario que a mí en absoluto me ha interesado nunca.

"En nombre de la identidad se están cometiendo muchos delitos intelectuales y humanos"

En España se produce un resurgimiento del nacionalcatolicismo que levanta la bandera de la identidad española frente a Al Andalus.

Sigo este fenómeno en la medida en que puedo con prácticamente 90 años y me alarma muchísimo. Esta es otra de mis grandes preocupaciones: me asusta todo eso que se llama la “identidad” porque es un sentimiento manipulable como muy pocos. Y en nombre de la identidad se están cometiendo muchos delitos intelectuales y humanos.

Montávez mantiene que Al Andalus forma parte de España. Sin duda alguna que Al Andalus forma parte de España como la Hispania romana o como la Hispania visigoda. (CIHAR)
Montávez mantiene que Al Andalus forma parte de España como la Hispania romana o como la Hispania visigoda. (CIHAR)

¿Por qué aún hoy se ve Al Andalus como un elemento ajeno a España?

Porque se cree que no es un elemento español y evidentemente en el origen no lo fue. Lo que pasa es que sí se fue haciendo. A todo eso le he dedicado también bastante trabajo que está reunido en un libro que apareció hace unos cuantos años. Claro que Al Andalus forma parte de España. Sin duda alguna. Como la Hispania romana o como la Hispania visigoda y como tantos otros fragmentos de lo que en principio puede ser lo español. Soy un poco crítico en esa cuestión de las identidades, que es una fórmula muy fácil para traer y muy difícil para explicar.

¿Cómo juzga usted el papel de los arabistas en el colonialismo español en Marruecos?

No soy yo precisamente una persona muy erudita en la cuestión marroquí, pero creo que el arabismo erudito y científico estuvo poco y mal implicado en la cuestión marroquí. Fue un arabismo más bien de corte militarista, seudoarabismo en muchos aspectos, el que se interesó por Marruecos.

¿Qué sello dejará Pedro Martínez Montávez en el arabismo español?

Pues mire: se lo digo con toda sinceridad. A mí me importan ya muy poco esas cosas. Mi vida se ha transformado sustancialmente en los tres o cuatro últimos años. La enfermedad que pasé fue importante. El Covid me pilló con muchos años y con muchos achaques de salud y mi vida ha cambiado radicalmente. Y no me importa en absoluto el sello que dejaré en el arabismo español. He sido un hombre que ha tratado de hacer las cosas que creía. He intentado ser un hombre de mi tiempo. Un hombre responsable. Y todo lo demás lo dirán los demás. Yo no tengo por qué decirlo.

“En Occidente aún predomina la idea de superioridad moral sobre el mundo árabe”
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