domingo. 28.04.2024

Los países árabes pueden descolgarse de la cuarta revolución industrial, caracterizada por la eclosión de las nuevas tecnologías, si no corrige de forma clara e inequívoca sus bajos niveles de inversión en ciencia y desarrollo en los próximos años. Así lo certifica un detallado informe publicado por Moneef R. Zou’bi, director fundador del Foro Mundial de Desarrollo Sostenible. El trabajo se titula ‘La investigación científica en el mundo árabe: un puente demasiado largo’ y presenta un exhaustivo diagnóstico sobre las políticas presupuestarias dedicadas a investigación y tecnología.

El gasto en este segmento, conocido por sus siglas en inglés como GERD, se ha situado históricamente por debajo del 1% en relación al producto interior bruto (PIB). Todos los países árabes, sin excepción, invierten por debajo de la media mundial, cifrada en el 1,79%. El Estado que más se le acerca es Emiratos Árabes Unidos, con un 1,45%, seguido de Egipto (0,96%) y Túnez (0,75%). Marruecos (0,71%) y Jordania (0,70%) también integran el grupo de cabeza, aunque muy alejados ya de los estándares internacionales.

La Agenda CTI 2026 (acrónimo de ciencia, tecnología e investigación) vinculada a los países islámicos pide duplicar el gasto en este sector para el año 2025 a aquellos gobiernos que se sitúan por debajo del 0,3%. Para los que despliegan una política presupuestaria más avanzada, les pide elevar la cifra al 2%. Las economías que disponen de un fuerte ingreso derivado de los hidrocarburos justifican sus débiles inversiones en I+D en que su alto PIB garantiza ya un gasto adecuado en investigación. El informe cree, en cambio, que el espacio árabe afronta retos decisivos en inseguridad hídrica y alimentaria, así como en la diversificación económica, lo que exigiría un refuerzo de los recursos financieros.

Moneef R. Zou’bi lamenta el disparado gasto militar de muchos países árabes y el abandono, consecuentemente, de las políticas sanitarias, educativas y en materia de investigación. En 2018, por ejemplo, Arabia Saudí llegó a gastar 70.000 millones de dólares en armas. La pandemia, además, vino a poner de manifiesto la “debilidad de los ecosistemas nacionales de ciencia, tecnología e innovación” y demostró la necesidad de potenciar los recursos autóctonos en materia de investigación sanitaria. En el mundo árabe, toda la investigación científica se lleva a cabo en los niveles de educación superior, en cuyo ámbito existe, en conjunto, 1.300 universidades.

La evaluación de los ecosistemas CTI en los países árabes revela importantes déficits organizativos y en términos de planificación. El documento se refiere concretamente a la falta de políticas nacionales de ciencia, tecnología e investigación, la ausencia de masa crítica de investigadores y, tal como se ha indicado con anterioridad, bajos presupuestos en la materia. Solo dos países árabes, Emiratos (2.379) y Túnez (1.772), superan la media mundial de número de investigadores por millón de habitantes (1.368). El resto se quedan muy rezagados: Egipto (825), Argelia (819) y Qatar (687).

Un dato aclara hasta qué punto las universidades árabes han descuidado históricamente este terreno: de los 6.938 investigadores más citados en todo el mundo en el año 2022, solo 132 residían en centros del Magreb y Oriente Medio, la mayoría en Arabia Saudí. Este último país, junto con Qatar y Emiratos Árabes Unidos, contrata con frecuencia a científicos internacionales de alto nivel para sus universidades. Emiratos, además, concede la residencia permanente a científicos, académicos y doctores como medida para retener el talento en su país.

El estudio de las patentes también proporciona información valiosa sobre el nivel científico del espacio árabe. De las 1.652 patentes concedidas por oficinas europeas al mundo árabe en el periodo comprendido entre 1999 y 2014, casi la mitad se referían a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), seguidas por las medioambientales (19%) y los productos farmacéuticos (12%). Arabia Saudí lidera el ranking de patentes árabes, con 1.453. A continuación se posiciona Egipto (298), Emiratos Árabes Unidos (260) y Jordania (90).

Hay otras señales, sin embargo, que son esperanzadoras. Según un informe de 2021 de la Unesco, desde el año 2011 se ha detectado un mayor número de publicaciones relacionadas con la extracción y suministro de agua dulce, transporte sostenible, tecnología de redes inteligentes o cultivos adaptados al cambio climático. En el campo de las publicaciones científicas, también encabeza Arabia Saudí el ranking, con el 26% de revistas de investigación del mundo árabe, seguido de Egipto (24%) e Irak (12%). Emiratos Árabes Unidos copa el 8% de las publicaciones. La contratación de investigadores internacionales, principalmente por Arabia Saudí y EAU, ha mejorado notablemente la producción investigadora.

No obstante, en términos de calidad, las revistas árabes aún tienen un largo camino por recorrer. Los baremos estandarizados le otorgan 8,3 puntos, el mismo nivel que presentan los países de la Europa del Este. Ambos espacios geográficos se encuentran todavía muy alejados de Europa Occidental (28,5 puntos) y EEUU (23,2). La mitad de las revistas árabes están especializadas en medicina y sanidad y únicamente 4 de 141 publicaciones se dedican a las ciencias agrícolas y veterinarias, en una región donde la actividad primaria es clave para los desafíos del futuro.

En el reverso positivo, hay que reseñar que la mitad de las revistas que se editan en el mundo árabe son de acceso abierto, frente a solo el 11% de las europeas y el 5% de las norteamericanas. Los científicos árabes también tienen a asociarse con investigadores de otras latitudes para sacar adelante proyectos comunes. Los académicos chinos mantienen estrechos lazos de colaboración con profesores de Egipto, Kuwait, Qatar, Arabia Saudí y Sudán. Los investigadores de Emiratos, Yemen y Arabia tienden a relacionarse científicamente con universidades indias.

Es preciso destacar igualmente el avance de los grandes proyectos multinacionales, que implican a numerosos países y expertos de distintas disciplinas. Es el caso, por ejemplo, del Centro Internacional de Radiaciones de Sincrotrón, en Jordania, donde participan ocho países: Chipre, Egipto, Irán, Israel, Jordania, Pakistán, Palestina y Turquía. Hay que mencionar también al Proyecto Neom, de Arabia Saudí, y Ciudad Masdar, de Abu Dhabi. En Emiratos Árabes Unidos, se está desarrollando el concepto de ‘Dubai inteligente’.

En inteligencia artificial (IA) precisamente. Egipto, Arabia Saudí y Emiratos trabajan en ambiciosos programas que pronto empezarán a dar sus frutos. El informe indica que algunos países árabes están realizando importantes esfuerzos por adquirir tecnologías avanzadas para buscar soluciones frente a la preocupante escasez de agua, así como mejorar la producción agroalimentaria y combatir los desafíos del cambio climático.

En general, el estudio del experto anima a los países árabes a acometer modificaciones impostergables para subirse al carro del futuro. “Se necesitan reformas serias si se quiere capear el embate de la cuarta revolución industrial”, concluye.

Emiratos Árabes lidera la inversión científica en Oriente Medio y el Magreb
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