martes. 19.03.2024

En poco más de tres décadas, el interés por la lengua y la cultura árabes en España ha experimentado un incremento notable. Las universidades que ofrecen titulación especializada son ya un total de 9 cuando a mediados de los ochenta solo se podía estudiar árabe en tres ciudades españolas: Madrid, Granada y Barcelona. Hoy se han unido cuatro universidades más: Sevilla, Cádiz, Salamanca y Alicante. Granada cuenta con dos grados diferentes: Estudios Árabes e Islámicos y Traducción e Interpretación, mientras que en Madrid son dos las universidades que ofertan la especialidad: la Complutense y la Autónoma.

El número de alumnos universitarios también se ha multiplicado y alcanza los 600, según recoge un detallado estudio publicado por los profesores Lidia Fernández y Álvaro Abella bajo el título de 'Literature Resources in the Teaching of Arabic Language in Spain: Graded Readers'. Granada triplica sus inscritos con respecto a los años ochenta y lidera el ranking con 129 estudiantes. La Universidad Autónoma de Madrid registra un número mayor (362), pero corresponde al grado de Estudios de Asia y África, que incluye también a los alumnos matriculados en chino y japonés. Le siguen Sevilla (97), Barcelona (85), Complutense de Madrid (79), Alicante (70) y Cádiz (45).

El árabe también figura como idioma menor en titulaciones de Lengua Moderna, en los grados de Traducción e Interpretación o como asignatura optativa en otras especialidades de 25 universidades de toda la geografía española. La cifra de profesores, en conjunto, llega a los 171.  Y, más allá de las titulaciones académicas de alto nivel, al menos 16 universidades también cuentan con una amplia oferta de institutos o centros de idiomas, que incluyen el árabe.

Andalucía y la costa mediterránea han sido históricamente las dos áreas geográficas con una mayor disposición hacia los estudios árabes e islámicos

Fuera del ámbito universitario, la otra gran herramienta para la enseñanza del árabe son las Escuelas Oficiales de Idiomas, dependientes de las comunidades autónomas, que hoy disponen de hasta 300 centros por todo el país. En 26 de ellas se ofrece el árabe como asignatura, la mayor parte concentradas en Andalucía, zona de Levante y Cataluña. Un total de 59 profesores integran la plantilla de docentes con un nivel máximo de árabe de B2.

Precisamente Andalucía y la costa mediterránea han sido históricamente las dos áreas geográficas con una mayor disposición hacia los estudios árabes e islámicos, debido en gran medida al influjo de Al Andalus. De hecho, el conocimiento de la España islámica ha sido el motor fundamental de los estudios universitarios hasta prácticamente finales del siglo XX. El foco de interés empezó a variar significativamente a finales del milenio pasado, espoleado por la primera Guerra del Golfo y, más tarde, por los atentados de las Torres Gemelas, que colocaron al mundo árabe en el vértice de la política internacional.

Lo corrobora el arabista Álvaro Abella, uno de los autores del estudio. “Todos esos sucesos impulsaron la atracción por los estudios de lengua y cultura árabes”, señala. “Muchos alumnos empezaron a ver ciertas salidas profesionales como traductores o periodistas especializados. La actualidad política influyó claramente en esa tendencia”, sostiene. En la Universidad de Salamanca, donde el propio Abella estudió, el número de alumnos se triplicó a partir de 2001 cuando Bin Laden perpetró su audaz y mortífero ataque en suelo estadounidense con consecuencias traumáticas para medio planeta.

Las especialidades de árabe aún viven de aquel estímulo, pero con una leve tendencia a la baja. La fascinación por China y otros países asiáticos está, de alguna manera, sustituyendo paulatinamente al aliciente que ha representado el mundo árabe en las últimas décadas.

Las universidades mantienen un programa de estudios basado en el conocimiento de la lengua clásica, la literatura y la historia árabes. “Son planes muy parecidos a los de hace veinte años, sin salidas profesionales más allá de la investigación y la docencia”, argumenta Abella. El alumnado que se matricula en las Escuelas Oficiales de Idiomas, en cambio, busca el aprendizaje del árabe “como herramienta de comunicación”. “Son dos perfiles completamente distintos”, explica.

No hay cifras concretas sobre el número de inscritos en las 26 Escuelas Oficiales que ofrecen árabe en toda España, pero podría superar el millar. Solo en la de Madrid, donde Abella da clases actualmente, hay unos 250 alumnos. Casi la mitad son hijos de inmigrantes nacidos en España, que buscan perfeccionar el árabe clásico.

 Pedro Cano lamenta que en España aún “se intenta ocultar la historia de Al Andalus”

Junto con las universidades y las Escuelas Oficiales de Idiomas, existen otros centros de enseñanza no reglada que también ofertan clases de árabe. Es el caso de la Fundación Tres Culturas, el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos y la Casa Árabe, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, y que dispone de sedes en Córdoba y Madrid. Esta última cuenta con 11 profesores de árabe, todos nativos, y hasta cinco niveles de estándar moderno y dialectal egipcio, marroquí y levantino. La Fundación Tres Culturas, fundada en 1999, ofrece tres niveles de árabe estándar y dos de dialectal marroquí.

Con el cambio de milenio, el número de manuales, gramáticas, diccionarios y glosarios ha aumentado considerablemente. En las dos últimas décadas del siglo XX se publicación 10 gramáticas, 4 manuales y 4 diccionarios, mientras que en este inicio de milenio ya se han editado 73 obras de enseñanza del árabe.

En opinión de algunos especialistas, la enseñanza del árabe en España no está a la altura de sus vínculos históricos con el islam. Francia, Italia o Reino Unido, por ejemplo, dedican más recursos al estudio de la cultura y lengua árabes cuando ninguno de ellos tiene ocho siglos de historia en común como España.  El epigrafista y ex secretario de la Sociedad Española de Estudios Árabes (SEEA), Pedro Cano, lamenta que en España aún “se intenta ocultar la historia de Al Andalus”. “Se dedica poco dinero a la investigación y a la publicación de libros, y se quiere tapar una parte de nuestra historia por cuestiones políticas desde siempre. Lo que está detrás es el miedo a lo desconocido y la falta de tolerancia”, protesta.

La enseñanza del árabe se dispara en España en sólo tres décadas
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