sábado. 27.04.2024

Calamar y Leche, fantasías colombianas

Hubo una época extraordinaria de la televisión colombiana en que la fantasía irrumpió en la pantalla y la imaginación era más importante que el dinero o los ratings
La novela "Calamar" es recordada por muchos grancias a "Guri Guri", muñeco mecánico discípulo de los monjes tibetanos. (Fuente externa)
La novela "Calamar" es recordada por muchos grancias a "Guri Guri", muñeco mecánico discípulo de los monjes tibetanos. (Fuente externa)

No voy a referirme a la rica biodiversidad colombiana, ni tampoco a una receta de comida típica, que podría llamarse “calamares en su leche”, aunque le dejo la idea a alguno de los modernos e inventivos chefs, en caso de que no exista, en la realidad. En esta ocasión, voy a comentar dos joyas de la televisión colombiana.

Hace algunas columnas, mencioné a la serie de televisión japonesa Sankuokai, diciendo que su éxito en Colombia y otros países de América Latina, se podía comparar al de la actual The Mandalorian, producciones en las cuales hay una mezcla de ciencia-ficción y fantasía en generosas dosis.

Pues bien, hubo una época extraordinaria de la televisión colombiana en que la fantasía irrumpió en la pantalla, fue cuando la imaginación era más importante que el dinero o los ratings, hoy nos vamos a referir a dos series, pero no fueron las únicas, aunque posiblemente sean de las más arriesgadas. Nos vamos a referir a las telenovelas, “Calamar” y “Leche”, las cuales tienen tres cosas en común, fueron producidas por Caracol Televisión, entre sus libretistas estuvo Bernardo Romero Pereiro y su director fue Víctor Mallarino.

Víctor Mallarino, es un nombre legendario en la televisión, ha sido uno de los actores más reconocidos en Colombia, desde su rol protagónico en "La Tía Julia y el Escribidor" en 1981, “Castigo Divino” (1992), “El Inútil” (2002), para hablar de algunos de sus trabajos actorales más destacados, así como en cine ha participado en cintas como “Bluff” (2007), “Perder es cuestión de método” (2005) o “La estrategia del caracol” (1993).   

Victor Mallarino. (Fuente externa)
Victor Mallarino. (Fuente externa)

Mallarino pertenece a una familia eminentemente televisiva (su padre fue uno de los fundadores de la tradición dramática en la pantalla colombiana), así como sus hermanas son destacadas actrices, María Angélica y Helena Mallarino. En la dirección ha sido reconocido, por estar al frente de “Sangre de Lobos” (1993), “La Maldición del Paraíso” (1994), entre otros títulos.

Con esta introducción, veamos este par de producciones del pasado televisivo colombiano. Enciendan el interruptor, así suene a paradoja.

Calamar (1989)

La productora Caracol, una de las más conocidas en el exterior y a finales de los años ochenta, le apostó a la fantasía, iniciando con esta novela de aventuras en tono de realismo mágico. La acción transcurre en un pueblo ficticio “Consolación de Chiriguay” próximo al desierto de la Calavera, lugar misterioso en donde no funcionan las brújulas y en el mar anexo de sus costas los barcos desaparecen.

Hay un juego interesante de personajes con doble identidad (Artemio Leguizamón / el villano "Capitán Olvido", Alejandro Fragoso / el héroe "Generoso el Guajiro") quienes luchan por el amor de la bella e insoportable Claramanta, en la misma medida como chocan por encontrar las tres partes de un medallón que es el mapa de un inmenso tesoro.

Esta novela será recordada por muchos por presentar a un muñeco mecánico, "Guri Guri", quien era un discípulo de los monjes tibetanos, una especie de maestro Yoda, al estilo criollo, sabio pero tierno, aliado de Generoso en su lucha contra el Capitán Olvido y su secuaz Esqueleto. Era la primera vez que tuvimos en nuestra televisión a un muñeco animado, que para los niños y jóvenes colombianos de la época, resultaba tan llamativo como el famoso “Baby Yoda” de la actualidad.

Algunos de los actores colombianos más reconocidos intervinieron en esta historia, Carlos Muñoz (el Capitán Olvido y Artemio Leguizamón), Margarita Rosa de Francisco (Claramanta Suárez de Figueroa Sarmiento), Armando Gutiérrez (Alejandro Fragoso y Generoso el Guajiro), Judy Henríquez (Galeana Barrancas), Teresa Gutiérrez (Martina la Peligrosa), Humberto Dorado (Sir Longfellow).

Una curiosidad es que el renombrado escritor Juan Esteban Constaín fue niño actor en esta producción y siempre debe aclarar que él no era Guri Guri sino Cortico, quien era el joven amigo del sabio pero tierno muñeco.

Leche (1995)

Esta serie fue la parodia perfecta de las telenovelas tradicionales, una llamativa mezcla de comedia, musical y mucha fantasía. En mi caso, no supe si era lo que llamamos en Colombia, una “mamadera de gallo” (tomadura de pelo) sofisticada, pero no puede negarse el trabajo y talento delante y detrás de cámaras.

Leche” fue una adelantada a su tiempo, en la relación directa con el espectador, pues resultaba interactiva, ya que las personas con el control remoto, podían decidir mediante democrática votación lo que pasaba en la serie, pues se daban alternativas en las escenas o en las decisiones que debían tomar sus protagonistas.

La serie tiene la particularidad de ser la incursión televisiva colombiana de Les Luthiers, al menos de dos de los integrantes de la legendaria agrupación cómico-musical argentina, pues los libretos eran obra de uno de sus integrantes, Jorge Maronna y dos genios colombianos, Daniel Samper Pizano y el citado Bernardo Romero Pereiro. Otro imprescindible Luthier, el siempre recordado Daniel Rabinovich actuó en la serie al lado de un ramillete de estelares colombianos (Humberto Dorado, Helena Mallarino, Jairo Camargo, Álvaro Ruiz, Fabio Rubiano, Paola Turbay, Teresa Gutiérrez, Ana María Kamper, muchos más) y hasta el astro mexicano Fernando Allende, quien seguramente aprovechó para exorcizarse de sus papeles de galán en la televisión de su país.

Daniel Samper. (Fuente externa)
Daniel Samper. (Fuente externa)

Los protagonistas eran Zoroastro, el Mineraliano y Susana, interpretados por Juan Carlos Vargas y Flora Martínez, que encarnaban el amor imposible entre una joven bella e inquieta, rica heredera del negocio lechero y un muchacho tan calvo como casto y estudioso de la Vía Láctea. Los roles secundarios eran de antología, como los gemelos Alejandro y Acercandro, o Dispepsia. Pero también estaba Flor de Lis, interpretada por una vaca lechera.

Esta original historia que seguramente se inició como una sátira a las telenovelas clásicas colombianas ambientadas en lo rural (Daniel Samper Pizano decía que ya habíamos tenido “Azúcar” y “Café, sólo faltaba la “Leche”), debía su nombre a que transcurría en una finca lechera, aunque el ganado de esta propiedad era diferente, pues eran unas vacas humanizadas, trasfondo de un seriado fantástico, en todo el sentido de la palabra, pues era también un musical humorístico, no en vano un buen porcentaje de Les Luthiers estaba involucrado.

Sea el momento, de agradecerles a los responsables de estas producciones que fueron tan novedosas en su momento en la televisión colombiana, tan entretenidas como diferentes, al menos a quienes todavía nos acompañan en este mundo, especialmente a Daniel Samper Pizano, Jorge Maronna y Víctor Mallarino, así como a los equipos humanos involucrados.

Para los curiosos y nostálgicos, pueden ver en Internet el tráiler de "Leche"

Diversión y nostalgia garantizada, por partes iguales.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.

Calamar y Leche, fantasías colombianas
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