sábado. 11.05.2024

¡No lo eche en balde, o mejor sí!

Muy interesante descubrir los giros idiomáticos del término balde, como sinónimo de algo inútil, todo lo contrario a su relevancia en la vida real
El balde es de lo más democrático, puede ubicarse desde las más refinadas mansiones hasta la más humilde de las moradas. (pxhere.com)
El balde es de lo más democrático, puede ubicarse desde las más refinadas mansiones hasta la más humilde de las moradas. (pxhere.com)
El balde es uno de esos inventos fundamentales en la historia de la humanidad, como recipiente para transportar o conservar líquidos, especialmente agua o bebidas, sean estas alcohólicas o no. Los hay fabricados de diversos materiales y también se les suele llamar cubos o cubetas. Asimismo aparecen en variados tamaños, como aquellos que sirven para construir castillos de arena en la playa.

Algunos dicen que fue una invención romana, pero lógicamente si consideramos la noción más general de recipiente, la inventora o inventor debe situarse en los albores de la misma humanidad, cuando el ingenio de los primeros seres pensantes buscó alternativas para guardar el agua y que no se perdiera tan valioso recurso. El balde plástico es el que más abunda en la actualidad y es de lo más democrático, puede ubicarse desde las más refinadas mansiones hasta la más humilde de las moradas.

Muy interesante descubrir los giros idiomáticos del término balde, como sinónimo de algo inútil, todo lo contrario a su relevancia en la vida real. Al parecer, es por la raíz árabe de la palabra que justamente significaría “carente de valor”. Expresiones como “en balde” o “de balde”, para simbolizar algo que se hizo en vano, o una acción que no tuvo pago o remuneración, generalmente con un dejo de frustración. “Un balde de agua fría”, sin duda, para quien lo recibe, se traduce en una sensación negativamente impactante, aunque no tanta como “patear el balde”, que en algunos países de Centroamérica, es un eufemismo de morir.

La inventora o inventor del balde debe situarse en los albores de la misma humanidad, cuando el ingenio de los primeros seres pensantes buscó alternativas para guardar el agua y que no se perdiera tan valioso recurso. (pxhere.com)
La inventora o inventor del balde debe situarse en los albores de la misma humanidad, cuando el ingenio de los primeros seres pensantes buscó alternativas para guardar el agua y que no se perdiera tan valioso recurso. (pxhere.com)

“Echar en balde roto” es una variación de “echar en saco roto”, para expresar algo que no se toma en cuenta o se ignora deliberadamente, que espero no sea lo que suceda con esta columna a continuación. En estos tiempos de cambio climático, tragedias ambientales y crisis energéticas, el balde adquiere una importancia adicional, o así al menos lo hemos comprobado en casa con mi esposa Patricia. En Bogotá, por estos días, como consecuencia del fenómeno del niño, las autoridades nacionales y locales han tomado una serie de medidas para incentivar el ahorro de agua, dado que los niveles de los embalses que surten a la capital se encuentran muy bajos e incluso, ya se presentan cortes del suministro del líquido.

En medio de todas las propuestas para ahorrar agua y utilizarla adecuadamente, en nuestro hogar estamos utilizando el balde, para aprovechar al máximo el agua de la ducha. Mientras nos bañamos, dejamos el balde en el suelo, recogiendo el líquido que cae, el cual, luego lo utilizamos cuando sea necesario en el inodoro. Es una acción pequeña, pero que seguramente si la practican millones de personas todos los días, algún ahorro significativo producirá. Por lo cual, invito a los lectores a practicarla, porque es aplicable a todos los sitios y además no sólo representa un ahorro del agua, sino también económico, así contribuimos a bajar el costo del recibo del servicio de acueducto y alcantarillado.

Por eso la recomendación es que, a pesar de los refranes y dichos antiguos, en este caso, sí echen el agua en el balde, revisando que no esté roto. Espero que los jóvenes lectores acojan esta columna, considerando la experiencia del autor, ya que “los años no pasan en balde”.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.

¡No lo eche en balde, o mejor sí!