La inolvidable espalda de Ashley Judd

Ashley Judd -izquierda- y Salma Hayek, durante la campaña contra el Sida que protagonizaron en Nicaragua. (La Nación)
"Espero que mis amigos sacerdotes, tomen esta nota como una confesión extemporánea y no me vayan a excomulgar, pero la verdad, no pude concentrarme en la sagrada eucaristía"
Confieso que he pecado, al menos de pensamiento y para más agravante fue durante una misa, en Managua, Nicaragua, hace casi 20 años, cuando prestaba servicios diplomáticos en ese país en la Embajada de Colombia. Ese acto pecaminoso ocurrió cuando conocí a Ashley Judd o más exactamente su nuca y parte de su espalda.

Para quienes no sean lo suficientemente cinéfilos, Ashley Judd es una actriz estadounidense del cine y la televisión, quien comenzó su carrera en un capítulo de Star Trek: La nueva generación. En 1991 se le presentaría como actriz promisoria en la cinta Ruby en el paraíso (1994), desde entonces ha participado en destacados filmes como Smoke (1995), Heat (1995), Tiempo de matar (1996), El coleccionista de amantes (1997), Doble traición (1999), Insectos (2008). Los más jóvenes la han conocido por un personaje de la serie Divergente.

En 2002 interpretó a Tina Modotti en Frida (2002), la película que protagonizó y produjo su amiga Salma Hayek. Resulta que las dos actrices en 2006 visitaron Nicaragua, en medio de una campaña solidaria contra el SIDA. La embajadora Melba Martínez, DEP, nos pidió al colega y amigo Andrés Gáfaro y al suscrito cronista que atendiéramos uno de los eventos, una misa en donde estarían las estrellas de cine. Así fue y nos ubicamos en los asientos que habían designado para el cuerpo diplomático, precisamente un par de bancas detrás de las asignadas a las actrices. Debe haber sido de las celebraciones religiosas más concurridas en la historia de la capital nicaragüense.

No vimos a Salma Hayek, pero quien llegó fue Ashley Judd, muy simpática, quien nos ofreció una amable sonrisa y un gesto con su mano, llevaba un vestido de tirantes, con un escote moderado y el pelo recogido en dos colitas que dejaba ver su nuca y parte de su espalda en un toque muy juvenil. Como si fuera un espectador de cine, debo decir que mi posición era envidiable, pues estaba justo detrás de ella y en la fila de adelante, estaba sentada una señora gordita y bajita, esposa de algún dignatario local, que no obstaculizaba la visión.

"Ashley Judd resultó simplemente celestial, quizás porque ella ha demostrado ser un verdadero ángel". (Fuente externa)

Espero que mis amigos sacerdotes, tomen esta nota como una confesión extemporánea y no me vayan a excomulgar, pero la verdad, no pude concentrarme en la sagrada eucaristía, aunque debo decir que así estaba media congregación. Nadie se perdía los gestos de la cordial actriz, en mi caso, incluso pensaba que a la hora del intercambio del saludo de la paz, podía intentar darle la mano, pero estaba el problema de la banca delantera y sus ocupantes. Cuando llegó el momento, me conformé con saludar a Andrés y a la señora de enfrente, quien sí había estrechado la mano de Judd, por lo cual, de manera indirecta y a través de la dama en cuestión  algo de la presencia de Ashley habré compartido.

Ashley Judd, no ha tenido una vida fácil, víctima de abusos en el pasado, fue una de las valientes que acusó en su momento al productor Harvey Weinstein y ha sido constante en su activismo humanitario, defendiendo diversas causas. Los seguidores de las carreras automovilísticas de IndyCar seguramente reconocen a Judd, porque estuvo casada con Darío Franchitti, corredor legendario de esa categoría, colega del piloto colombiano Juan Pablo Montoya, por lo cual supongo que la familia Montoya debe haber compartido dentro y fuera de las pistas con Ashley Judd. Franchitti es británico de raíces italianas, lo que comparte con Judd, cuyo padre era italiano, de hecho su nombre de pila es Ashley Tyler Ciminella.

Judd viene de una familia muy artística, porque su madre (Naomi) y su hermana mayor (Wynonna), fueron cantantes de country, y aunque ella tiene aptitudes para el canto, sólo ha protagonizado un musical, la biografía del compositor Cole Porter, en el cual interpreta algunas canciones (De-lovely, 2004). Igualmente ha sido una mujer con intereses académicos, graduada de las Universidades de Kentucky (francés) y Harvard (política pública).

Terminada esta confesión, de la cual espero la penitencia, debo decir en mi defensa que aquella visión de Ashley Judd resultó simplemente celestial, quizás porque ella ha demostrado ser un verdadero ángel.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.