sábado. 27.04.2024

“Mami la amo, me voy a morir”

"Todos vamos a morir, pero la mayoría, no vamos a tener tiempo de darles el merecido adiós a nuestros seres queridos"
Sepelio de colombianos y ecuatorianos fallecidos en el incendio de varias discotecas en Murcia (España). (Fuente externa)
Sepelio de colombianos y ecuatorianos fallecidos en el incendio de varias discotecas en Murcia (España). (Fuente externa)

El título de la presente nota es la transcripción que recuerdo de una grabación que me impactó, cuando con mi esposa Patricia, vimos el reporte televisivo en uno de los informativos de RTVE, sobre un pavoroso incendio de unas discotecas ubicadas en la ciudad de Murcia, que recientemente dejó un saldo de 13 fallecidos de diversas nacionalidades latinoamericanas, ecuatorianos, nicaragüenses y colombianos. Ante todo, va nuestro sentido pésame a las familias y allegados de las víctimas en ese terrible suceso, que Dios les brinde alivio en estos duros momentos.

Cuando escuché la grabación, salida del teléfono móvil de un hombre trémulo, en ese momento sin identificar, me sobrecogió el mensaje y lo que encerraba. La voz de alguien en una situación angustiosa al extremo que alcanza a enviar un mensaje de despedida a sus seres queridos. No deja de ser terrible, estar en esa situación, pero seguramente hubo un pequeño consuelo, saber que aquella persona que más amas, va a recibir tu último mensaje. Pero además, el acento de la víctima, una joven mujer y su expresión, me hizo pensar que era colombiana y eso me hizo sentirla mucho más cercana.

El hombre que había aparecido en los medios era Jairo Correa, padre de una joven que había migrado con ilusión a España, en donde se encontraba trabajando. En los medios afirmaban que la víctima era ecuatoriana, y aunque a la hora de la tragedia y la solidaridad, eso no hace la diferencia, luego se confirmaría que se trataba de la joven colombiana Leidy Paola Correa, EPD, quien estaba residenciada con su novio, Kevin Alejandro Gómez, también colombiano y fallecido en la tragedia, en la localidad de Caravaca de la Cruz, en donde trabajaban en oficios varios. Ellos, en compañía de otros amigos se habían dirigido a Murcia, a pasar un rato divertido.

Los colombianos, sobre todo, los de la región andina, solemos dirigirnos a nuestras madres, con el diminutivo “mami”, y algunos, especialmente en el caso de los que pintamos canas, muchas veces no tuteamos, porque nos enseñaron de pequeños a ser respetuosos con los mayores y no utilizamos el “tu”, sino el “usted”, que a pesar de lo que puede pensarse, nos resulta familiar e incluso cariñoso. Esa fórmula siempre la utilicé con mis padres-abuelos, mis tíos, profesores, superiores y todavía la uso con algunos de mis mejores amigos.

Leidy Paola, igual que su novio, provenían de la ciudad colombiana de Manizales, la más importante del eje cafetero, en el centro del país. El día de la tragedia, se trasladaron con una pareja de amigos ecuatorianos, el matrimonio conformado por Rosa María Rosero y Jorge Enrique Batioja, quienes dejan en la orfandad a tres niños. Los cuatro latinoamericanos se encontraban trabajando en Caravaca de la Cruz, en donde eran muy estimados, como se pudo observar el día del sepelio colectivo, que congregó a vecinos y amigos de las cuatro víctimas.

La voz de despedida de Leidy Paola, no sólo me ha estremecido, me hace reflexionar sobre ese momento que nos espera en el futuro, cualquiera que este sea. Todos vamos a morir, pero la mayoría, no vamos a tener tiempo de darles el merecido adiós a nuestros seres queridos, por ello, a mi amada esposa, mi pequeña y adorable familia, mis queridos amigos, colegas y compañeros de trayecto en este amplio camino de la vida. Para todos, los besos y abrazos que no he podido darles por tiempos, distancias, o inexcusables olvidos. Se les quiere mucho.

“Mami la amo, me voy a morir”
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