martes. 19.03.2024

Líbano, cuna de convivencia y democracia

"La respuesta a cómo es posible que tras varios conflictos armados Líbano resurja una y otra vez del caos se encuentra en la extraordinaria fuerza de la sociedad civil libanesa"

Ocupando unos pocos kilómetros cuadrados en Oriente Próximo, a orillas del mar Mediterráneo, y enclavado en una encrucijada de caminos entre Siria, Israel y Palestina, se encuentra Líbano. Herederos de los fenicios poseen vestigios de culturas antiguas y su historia se ha construido sobre la convivencia de un amplio crisol de comunidades cristianas y musulmanas. La falta de entendimiento entre algunos sectores sociales llevaron a Líbano, hasta hace muy poco tiempo, a situaciones extremas donde las guerras marcaron el día a día de su multicultural sociedad.

Pero ello no debe llevarnos a engaño. En esta aparente debilidad, se encuentra la mayor fortaleza del país mediterráneo. En pleno proceso de recuperación de su status como país de importancia en Oriente Próximo, ya se pueden observar rasgos de una nación en alza como demuestran su potencial mercado de exportaciones, una renacida actividad bancaria o la centralidad de la cada vez más cosmopolita Beirut.

La respuesta a cómo es posible que tras varios conflictos armados Líbano resurja una y otra vez del caos se encuentra en la extraordinaria fuerza de la sociedad civil libanesa. Culta y formada, superviviente dentro de un mar de violencia, y consciente de su poder, trabaja día a día contra las injusticias que esquilman a la población. Exigen responsabilidades políticas sobre las acciones que han empujado a su nación al peor de los desastres.

La consciencia sobre la importancia de los derechos civiles se ha fraguado en el terreno libanés a lo largo de toda su historia. Tras las convulsas primeras décadas del siglo XX personalidades como el diplomático Charles Malik sobresalen dentro del panorama internacional. Se puede afirmar que su papel dentro del desarrollo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue fundamental.

Todo un ejemplo en la defensa de las libertades y cuyo legado han recogido diferentes sectores dentro de la sociedad libanesa en estos periodos de terror y lucha armada. 

Sobre el terreno, estos ideales son abanderados por un gran número de organizaciones sin ánimo de lucro que dedican todos sus esfuerzos a la reconstrucción del país y a la mejora de las condiciones de vida de su población y la de naciones limítrofes. Como recogen informes de ACNUR, Líbano es el país del mundo que más refugiados acoge en proporción a su población.

Sin olvidar el papel desempeñado por las mujeres en este terreno. Siempre presentes en la vida política, cultural y social del Líbano, este colectivo trabaja a través de diferentes ONG para mejorar las condiciones de los más afectados por los conflictos, así como por recuperar y mantener su voz como grupo dentro de la sociedad civil. Regresar a la imagen de un Líbano en el que las mujeres habían eliminado la brecha entre las funciones que desempeñan en el ámbito privado y la esfera pública. Como ya sucedió en los años 50 y 60 del siglo pasado, momento de romper lazos con las naciones europeas, que dejaron como legado una sociedad occidentalizada en sus estructuras y formas.

Así, más de sesenta años después, las mujeres libanesas desean ser independientes, libres y recuperar ideales de justicia e igualdad que quieren volver a extender por todos los recovecos de su país. Un grupo de presión fundamental dentro del proceso de reconstrucción del statu quo anterior a la guerra y que trabaja para mejorar la situación de los más desfavorecidos.

De ahí la importancia de la sociedad civil libanesa, reforzada ante la adversidad, y que tiene como fin de sus acciones la devolución a su país del esplendor perdido. Unos anhelos de brillo que se traducen en la defensa de los derechos humanos, de las libertades individuales y de la vida como principio de todo.

Líbano, cuna de convivencia y democracia
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