sábado. 27.04.2024

Los pozos de petróleo alrededor de la ciudad iraquí de Qayyarah aún arden, semanas después de que fueran incendiados por los militantes de DAESH en un intento de frenar el avance del ejército iraquí. 

Los niños de la ciudad se reúnen allí para jugar y están cubiertos de hollín negro. "Tenemos miedo, el humo hace que sea difícil respirar", dijo una niña de 10 años, según publicó la agencia Reuters y publicó este jueves el diario The National. 

Un mes después de su batalla con las fuerzas iraquíes por el control de la ciudad de Mosul, los extremistas están dejando atrás no sólo la devastación física, sino el daño ambiental causado por un cóctel de contaminantes tóxicos, según grupos de derechos humanos. 

En Qayyarah, un pueblo a 60 kilómetros al sur de Mosul, los combatientes de DAESH lanzaron al menos tres ataques químicos en septiembre y octubre después de que las fueras iraquíes recobraran la ciudad en agosto, informó Human Rights Watch (HRW) en un informe la semana pasada. 

Un experto en armas químicas dijo a HRW que los ataques causaron quemaduras dolorosas a al menos siete personas, lo que es consistente con la exposición a niveles bajos de un agente de guerra química conocido como "vesicantes" o agente blíster. 

"Los ataques de DAESH que utilizan productos químicos muestran un desprecio brutal por la vida humana y las leyes de la guerra", dijo el director adjunto de HRW para Oriente Medio, Lama Fasik. 

Asimismo, observó que "a medida que los combastientes de DAESH huyen, han atacado y puesto en peligro repetidamente a los civiles que dejan atrás, aumentando las preocupaciones de los residentes de Mosul y otras áreas en disputa". 

Las Naciones Unidas dicen que DAESH está acumulando amoniaco y azufre en áreas civiles, y la ONU teme que intente realizar más ataques químicos mientras las fuerzas iraquíes, apoyadas por el poderío aéreo estadounidense, luchan contra los militantes en un esfuerzo por expulsarlos de Mosul, su último gran bastión en Irak. 

En Qayyarah, niños y adultos, recuerdan actos públicos de violencia y ejecuciones por desobedecer las estrictas leyes del grupo musulmán sunita que se apoderó de la ciudad en 2014. 

Ahora la humareda del humo de los fuegos de aceite es un recordatorio constante de la destrucción hecha por los militantes. 

Desde el comienzo del verano, DAESH ha incendiado más de una docena de pozos de petróleo en la zona, según la ONU. 

El retiro de DAESH en Irak deja nubes de humo tóxicas para el pueblo
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