sábado. 27.04.2024

Al Wehdat es uno de los diez campamentos de refugiados palestinos levantados en Jordania. Está situado al sureste de Amán y es el segundo más populoso, con 57.000 personas registradas por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA). Sus datos socioeconómicos son desgarradores. El 34% de sus habitantes viven por debajo del umbral de pobreza. Solo el 24% de la población femenina tiene empleo. El 66% no dispone de seguro médico. El 8% padece enfermedades crónicas. No cuenta con zonas verdes ni con áreas de juego. La ruina amenaza gran parte de sus infraestructuras civiles.

El campamento palestino tiene un alto índice de pobreza. Pero también un equipo de fútbol en la Primera División jordana. Germinó en la precaria sociedad civil impulsada en 1956 por la UNRWA y veinte años después, en 1976, el club Al Wehdat FC se convirtió en una realidad federada. Solo cuatro años más tarde, el equipo de los refugiados palestinos ganó el campeonato nacional jordano al hasta entonces inexpugnable Al Faisali. Aquella insólita victoria desencadenó un fenómeno deportivo-político de enorme impacto emocional en el país. Ese hecho sociológico, que trasciende la mera rivalidad futbolística, ha sido estudiado por Julieta Espín, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Madrid en un sugerente artículo titulado ‘La lucha identitaria palestina a través del fútbol: Al Wehdat FC en Jordania’.

Pero vayamos al principio. Año 1948. Los colonos judíos europeos establecidos en la Palestina histórica declaran el Estado de Israel y expulsan a cientos de miles de árabes de sus territorios. Jordania es el país que más refugiados asume. En 2021, se contabilizaban en el reino hachemí 2,3 millones de palestinos, lo que representa el 39% del conjunto de refugiados. Un 18% de los exiliados palestinos en Jordania vive en alguno de los diez campamentos desplegados por la UNRWA.

En 1967, Israel anexiona Cisjordania y Jerusalén Oriental, entonces bajo control jordano, y provoca un nuevo éxodo de refugiados más allá del río Jordán. La población palestina en Jordania crece, al tiempo que se multiplican las tensiones con la población autóctona. La resistencia palestina se organiza en torno a la OLP y en 1970 ya cuenta con casi 50.000 combatientes en territorio jordano. Los palestinos se convierten en un Estado dentro del Estado y el reino hachemí siente su aliento como una amenaza. En aquel ‘Septiembre negro’ se desatan feroces combates entre el Ejército jordano y los guerrilleros palestinos con dramáticas consecuencias en términos de vidas humanas y destrucción.

La confianza entre ambas comunidades se desmorona y en el interior de los campamentos de refugiados germina un pujante sentimiento nacional, que quiebra las esperanzas del rey jordano de consolidar un país unido en torno a su figura. La OLP es expulsada de Jordania y el Gobierno decreta la ley marcial, que no se levanta hasta 1989. En ese escenario, nace el club Al Wehdat FC. Hablamos de 1976. “Las identidades nacionales palestina y jordana encuentran un cauce en el estadio y frente a la televisión”, argumenta la investigadora Julieta Espín en su artículo. “Los palestinos refuerzan el sentido de ‘palestinidad’ frente a un régimen que los trata como a ciudadanos de segunda”, agrega.

Al Wehdat FC viste los colores nacionales palestinos: verde, negro y rojo, con una franja blanca y el Domo de la Roca de Jerusalén encima. Y el equipo se convierte en símbolo identitario de un pueblo en el exilio. En 1980, Al Wehdat FC gana el campeonato jordano y la rivalidad con Al Faisali, el poderoso equipo local, perpetúa a través del fútbol el conflicto larvado entre ciudadanos de origen y refugiados. Según explica Espín, citando a otros expertos en la materia, “las banderas, uniformes y cánticos en el estadio son parte de las ‘tradiciones inventadas’ que refuerzan el sentido de pertenencia y de nación de estas ‘comunidades imaginadas’”.

Para Sven Ismer, invocado también en el estudio de la profesora de Relaciones Internacionales, “el fútbol ofrece un entorno favorable para la construcción social y cultural de las emociones a través de los valores y rituales que escenifican a la nación”. El historiador Eric Hobsbawm, por su parte, sostiene que el “deporte, como la religión, es un vehículo para la construcción de identidades grupales y nacionales”.

Ese fenómeno de reivindicación nacional a través del fútbol eclosiona en Al Wehdat FC con especial intensidad. En el estadio, los refugiados palestinos dejan de ser “beneficiados pasivos” de ayuda humanitaria para convertirse en “combatientes”. Los cánticos habituales de la hinchada local están inflamados de energía nacionalista: “Los jóvenes de Wehdat son ‘fedayines’”; “Dios, Wehdat, Jerusalén para los árabes”; “Somos de Al Wehdat, somos hijos de Palestina”. En sus proclamas deportivas subyace una “resistencia sutil” para denunciar la “opresión del régimen hachemí”.

De hecho, según recoge la investigadora de la Universidad Europea de Madrid, las autoridades jordanas suelen tomar rigurosas medidas de control con los seguidores palestinos. En el estadio de Al Wehdat, llamado ‘Rey Abdalá’, los hinchas locales son sometidos a chequeos exhaustivos y frente a su grada se han colocado fotografías gigantescas del monarca para que no haya dudas de quien es la autoridad indiscutible del país.

Al Wehdat FC se ha erigido en un icono que trasciende las fronteras jordanas. Para los palestinos, es el tercer equipo más popular después del Real Madrid y su selección nacional. Antes de que el combinado palestino fuera admitido por la FIFA en 1998, el propio Yasir Arafat consideraba a Al Wehdat FC como la selección nacional. Tras los acuerdos de Oslo, el equipo del campamento de refugiados jordano pudo jugar por primera vez con formaciones de Gaza y Cisjordania, lo que tuvo una “enorme carga simbólica”. Al fin, un equipo de refugiados volvía a jugar en la añorada patria.

Desde 1948, el año de la “catástrofe” palestina, la identidad nacional se ha expresado en términos de “exilio” y “desposesión”, sobre todo en los campamentos de refugiados de Jordania. Los deportados que pudieron integrarse en la sociedad de acogida al margen de los campamentos lograron escalar en el ascensor social y, con el tiempo, su vínculo de pertenencia con el origen de sus padres se fue diluyendo de forma paulatina. El reino hachemí intentó desde el principio potenciar una identidad nacional común a ambos lados del río Jordán, bajo cuatro premisas, según enumera Julieta Espín: reconocimiento de la dinastía, compromiso con el ideal panarabista, reivindicación del derecho al retorno y unidad de los territorios en los dos márgenes.

El proyecto hachemí no logró sus objetivos, particularmente entre la población refugiada de los campamentos, que consolidó una “sociedad aparte”. Y Al Wehdat FC se erigió en un símbolo de resistencia identitaria que ilumina a millones de refugiados sin patria.

El orgullo palestino resiste en las gradas de Al Wehdat FC
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